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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

El paraíso como biblioteca

El paraíso como biblioteca
Pablo Delgado el

Escribía Borges en La Biblioteca de Babel: «El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?)(…); Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos (…)».

El relato de Borges es una meditación de un universo compuesto de una biblioteca de todos los libros posibles, en la cual sus libros están arbitrariamente ordenados, o sin orden, y preexiste al hombre. «La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo orden (que, repetido, sería un orden; el Orden)».

Las bibliotecas, como contenedoras físicas de conocimiento y como orden son una realidad consolidada a lo largo de más de cuatro mil años de historia. Unos años que discurren de forma paralela a la de la escritura y el libro. Esos lugares pueden encontrase como una forma de colección personal y transferible de un ser humano que guarda esos objetos muy preciados para el, que son los libros. Nuestras vidas pueden estar marcadas por las bibliotecas, tanto esas que hemos visto en casa de nuestros padres o en los hogares y lugares públicos externos en dónde se reúnen muchos más volúmenes.

Son las guardianas del conocimiento, en ellas después de salir de las librerías, los libros, reposan y descansan para ser consultados todas las veces que se quiera. Desde hace muchos siglos atrás, en sus orígenes tuvieron una naturaleza más propia de lo que hoy se considera un archivo que de una biblioteca. Pero desde las poderosas salas de la antigua Alejandría hasta los techos artesonados de la Biblioteca Morgan en Nueva York, los seres humanos siempre hemos mantenido una relación pasional con la clasificación y almacenaje de los libros. Como ningún otro concepto o espacio, estos lugares que alojan el saber, el aprendizaje y la imaginación ofrecen una sensación incomparable de posibilidades infinitas. Sensaciones en las que destacan el silencio, el recogimiento y el pensar interno, de unos jugadores (los lectores) que emplean piezas (los libros) para su crecimiento personal e intelectual, en el que el terreno de juego forma parte esencial y vital de ese mayor acercamiento al conocimiento. Cada manuscrito, cada tomo encuadernado en tela pueden revelar una idea, una fantasía, una antigua creencia, una convicción religiosa o una visión completamente nueva del mundo.

Según la American Library Association se define la biblioteca como una «colección de material de información organizada para que pueda acceder a ella un grupo de usuarios. Tiene personal encargado de los servicios y programas relacionados con las necesidades de información de los lectores». Según la Real Académica de la Lengua la bilbioteca es una institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de libros y documentos. Un lugar donde se tiene considerable número de libros ordenados para la lectura y es un mueble, estantería, etc., donde se colocan libros.

En la antigüedad todas las grandes ciudades del Mediterráneo que se preciaban llegaron a albergar importantes bibliotecas. La más conocida fue la Biblioteca Real de Alejandría o Antigua Biblioteca de Alejandría, que fue en su época la más grande del mundo. Situada en la ciudad egipcia de Alejandría, se estima que fue fundada a comienzos del siglo III a. C. por Ptolomeo I Sóter, y ampliada por su hijo Ptolomeo II Filadelfo, llegando a albergar hasta 900.000 manuscritos. En la actualidad la nueva Biblioteca Alejandrina, rememorando la original y promovida por la Unesco, fue inaugurada el 16 de octubre de 2002​ en la misma ciudad. En torno, a ella a lo largo de la historia han surgido múltiples historias de su total desaparición, siendo un interrogante para los historiadores. ¿Fue la biblioteca víctima de un incendio en época de César, de la hostilidad de los cristianos o de los conquistadores musulmanes? Tenía como finalidad compilar todas las obras del ingenio humano, de todas las épocas y todos los países, que debían ser «incluidas» en una suerte de colección inmortal para la posteridad. Sin duda, la desaparición de la Biblioteca de Alejandría constituye uno de los más simbólicos desastres culturales de la historia, comparable tan sólo con la quema de libros que siguió a la toma de Constantinopla por los cruzados en 1204 o la que tuvo lugar en 1933 en la Bebelplatz de Berlín a instancias del ministro de propaganda Joseph Goebbels; eso por no hablar del incendio de la biblioteca de Bagdad, en 2003, ante la pasividad de las tropas estadounidenses.

Sea o no cierta la historia, lo cierto es que el rastro de la Biblioteca de Alejandría se perdió para siempre, cumpliendo lo que parece ser el sino de muchas de las grandes bibliotecas, el de perecer víctimas de la violencia, la intolerancia o el infortunio. La historia está plagada de episodios similares.

El fotógrafo italiano Massimo Listri (Florencia, 1953) conocido como el fotógrafo del Vaticano, es un explorador de las imágenes arquitectónicas, en las que muestra la belleza de sus interiores. La editorial Taschen presenta para los próximos días Massimo Listri. The World’s Most Beautiful Libraries, una espectacular edición en un libro de lujo y asequible, con las impresionantes imágenes tomadas por el fotógrafo en un viaje visual sin precedentes, en el que reúne el recorrido de algunas de las bibliotecas más antiguas y relevantes del mundo para descubrir sus secretos arquitectónicos, históricos y novelescos. Cruza, en cuatro continentes, majestuosas puertas de madera, sube escaleras de caracol y recorre pasillos exquisitos flanqueados de estanterías que conducen a bibliotecas privadas, públicas y monásticas que se remontan al año 766. Estas instituciones medievales, clásicas, barrocas, rococós y decimonónicas albergan algunos de los documentos más valiosos del pensamiento y las proezas de la Humanidad, grabados e impresos en manuscritos, rollos de papiro e incunables.

El libro recopila las colecciones papales de la Biblioteca Apostólica Vaticana; la Biblioteca del Trinity College de Dublín, que alberga el Libro de Kells y el Libro de Durrow; y los valiosos ejemplares de la Biblioteca Laurenciana de Florencia, la colección privada de los poderosos Médicis, diseñada por Miguel Ángel. Las detalladas descripciones de cada una de ellas nos acercan no sólo a sus tesoros más valiosos sino también a la historia vibrante y, a menudo, turbulenta y polémica de estos refugios de lectura, silencio y contemplación. Como el de la Abadía de Altenburgo, en Austria, una avanzadilla del catolicismo imperial destruida repetidamente durante las guerras religiosas europeas. O el del convento franciscano de Lima, en Perú, que guarda los documentos de la Inquisición.

En treinta años, Massimo ha publicado más de 70 libros con las editoriales más prestigiosas de Europa y los Estados Unidos (Palacios de Roma, Vilas de Toscana, Versalles, Palacio Italiano, Interiores de Suecia, Alhambra, Grandes Interiores, Casa Mexicana, Nuevos Interiores Asiáticos, etc). Además, ha expuesto su obra en numerosas exposiciones en todo el mundo.

En Massimo Listri. The World’s Most Beautiful Libraries podemos deleitarnos de las serenas imágenes de Listri que retratan tanto la atmósfera única de cada biblioteca como sus posesiones más preciadas y detalles de diseño. Un libro con espectaculares fotografías de arquitectura excepcional de escenarios evocadores que permite al lector y espectador conmoverse ante tanta belleza de esos espacios silenciosos, pero llenos de una inmensa vida que se expresa a través de los libros colocados de canto. La mirada de Listri no cruza a los humanos. Él lee la armonía de las cosas, las simetrías, las relaciones entre las columnas y las bóvedas, es un perpetuo metafísico. Los espacios viven. Esperando a ser molestados por las manos de un lector. Listri captura el alma, la sacralidad íntima de cada espacio. Y en las simetrías, deseadas por los hombres, está la sombra de un pensamiento, el de la estética. Además de un desfile de belleza bibliófila, una oda al conocimiento, el libro es un peregrinaje histórico y cultural al corazón de los centros de nuestro conocimiento, a las historias que cuentan sus muros y a las que recopilan, en letra impresa, los tomos guardados en sus pulcras estanterías.

En definitiva, la biblioteca sin el libro no es nada, ese libro, objeto mitificado, fetichizado, entronizado como un dios que llega a ser más importante que su creador, destruirlo es ya un sinónimo de asesinato. Por peores que fuesen las palabras que lo componen, por trágico, mentecato, estúpido que sea, si de golpe descubres que la mitad de la biblioteca sobra, y sobra porque nunca volverás a mirar esos libros, si no los has leído ya, no los leeras nunca. Pero ¿qué hacer entonces para desprenderse de ellos? ¿Crear una nueva biblioteca? Al fin y al cabo una biblioteca es esa fuente de conocimiento de la cual debemos beber muy a menudo, para sobre todo que no se seque. Es una fuente que hay que alimentar de forma constante y cuanto más la alimentemos más grande será y ¿cómo alimentarla? llenando de libros su baldas, y sobre todo, leer, leer y leer. Como dijo Borges «uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe» y «cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto».

Massimo Listri. The World’s Most Beautiful Libraries // Georg Ruppelt, Elisabeth Sladek // Tapa dura, 29 x 39,5 cm, 560 páginas // Edición plurilingüe: alemán, francés, inglés // 150 euros

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