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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Llevo toda la vida viviendo en el futuro

Emilio de Miguel Calabia el

Cuando yo era pequeño andaba por los medios de comunicación un señor que se las daba de futurólogo y no iba acompañado de una baraja del Tarot. Ese señor se llamaba Alvin Toffler y a finales de los setenta y comienzos de los ochenta causó furor con dos libros: “El shock del futuro” y “La tercera ola”. Toffler afirmaba que habíamos entrado en la Tercera Ola, la Era de la Información o la Sociedad Post-industrial. Las nuevas tecnologías alterarían profundamente las sociedades. Entre las cosas que anticipó estaban la sobrecarga de información que sufrimos, el ataque al Estado tradicional por arriba (instituciones supranacionales, actores globales, que pueden llegar a ser más fuertes que muchos Estados…) como por abajo (auge de los regionalismos, ruptura de los consensos sociales…), todo se vuelve transitorio (desaparecen sectores industriales enteros por el efecto de las nuevas tecnologías, mientras que otros aparecen y los trabajadores ya no pueden dar por seguro que vayan a permanecer en el mismo puesto de trabajo toda su vida o ni tan siquiera en la misma ciudad; las cosas se vuelven efímeras, cuesta más arreglarlas que deshacerse de ellas y comprar una nueva; hasta las mismas relaciones humanas se vuelven efímeras), la producción en masa debe convertirse en producción personalizada… Alvin Toffler acertó en muchas cosas de las que vendrían, pero pienso que se quedó corto al hablar de los cambios sociales que introduciría lo digital.

Durante los ochenta y los noventa, los primeros gurus de la informática y de internet comenzaron a hablar de un futuro en el que lo digital pondría en manos de las personas un mundo de infinitas posibilidades, el conocimiento a lo Biblioteca de Babel de Jorge Luis Borges, la libertad de no estar atado al aquí y ahora.

De éstos el más famoso e influyente fue Steve Jobs, pero no fue el más profundo. Jobs fue presciente en muchas cuestiones tecnológicas. Vio venir las asistentes virtuales del estilo de Siri. Predijo que la red estaría en todas partes. Intuyó el impacto que tendrían los teléfonos móviles. Anticipó la desaparición de los intermediarios gracias a internet y el auge del comercio electrónico. Dijo que internet permitiría a las start-ups competir con las grandes compañías. Tal vez lo que le faltó fue predecir cómo nos transformarían esos cambios en tanto que seres humanos y cómo alterarían la sociedad.

Lo digital parecía tan prometedor que se pusieron a predecir el futuro hasta los que tenían mucho menos talento que Jobs. Aún recuerdo un artículo que leí en El País allá por el año 2000; piadosamente he olvidado el nombre de la articulista (no sé cómo recuerdo que era una mujer). La muy optimista aventuraba un futuro en el que las tecnologías digitales nos permitirían trabajar 12 horas semanales. Ya sabemos que más bien fue lo contrario. Perdimos la capacidad de desconectar y hasta los sábados se convirtieron en días laborales.

Ahora la nueva ola del futuro se llama sociedad 5.0 y viene de Japón, como los pokemones. La sociedad 5.0 fue precedida por la sociedad de los cazadores (sociedad 1.0), la de los agricultores (sociedad 2.0), la industrial (sociedad 3.0) y la de la información (sociedad 4.0).

Una definición chachi de la sociedad 5.0 que me he encontrado en la página web del gobierno japonés es: “Una sociedad centrada en el hombre que equilibra el progreso económico con la resolución de los problemas sociales mediante un sistema que integra estrechamente el ciberespacio y el espacio físico”. La sociedad 5.0 emerge ante la constatación de que la sociedad 4.0 no bastaba; hay un límite a la cantidad de información que una persona puede procesar.

En la sociedad 5.0 se darán los siguientes pasos para la resolución de los problemas: 1) La recolección de datos sobre el problema vía sensores que se acumularán en el ciberespacio; 2) La IA analizará los datos, aprovechando que su capacidad de análisis es mayor que la de cualquier humano, y formulará sus análisis que serán estudiados por los humanos; 3) Los humanos aplicarán las recetas que dimanen de ese análisis. El mundo virtual y el mundo real estarán estrechamente unidos en este proceso. De alguna manera la frontera entre ambos se difuminará. Tendremos una sociedad regulada por sistemas automatizados. He visto cómo funciona mi aire acondicionado y no estoy especialmente emocionado.

En un principio, este sistema permitirá dar respuesta a los problemas de una sociedad que se ha vuelto excesivamente compleja y donde un ser humano sería incapaz de procesar todos los datos. Algunos de los problemas que explícitamente se afirma que la Sociedad 5.0 podría resolver son: la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero; la mitigación de los costes asociados a una sociedad envejecida; el apoyo a una industrialización sostenible; lograr la combinación de desarrollo económico y resolución de los problemas sociales, entre otros. En fin, la mamá de Tarzán. Ventajas adicionales de la Sociedad 5.0 son que eliminará los sesgos del algoritmo y proporcionará soluciones a medida.

Siendo los datos la base de todo, si se trabaja con datos inadecuados o si cada productor de datos los genera sin que haya un sistema común, será imposible pasar a la fase 2 de análisis. La ambición es que sean los datos los que muevan el sistema… lo que quiera que esto signifique. En realidad, yo veo aquí más un salto cuantitativo que cualitativo. Donde antes hablábamos de manejar quintillones de datos, ahora hablamos de manejar mogollones de datos y encomendamos a la AI que una los puntos por nosotros. Magnífico, pero no me impresiona.

Tal vez sea una cosa de la edad. He pasado por más cambios de paradigma (al menos me los vendían así) de los que quiero recordar y llevo toda la vida viviendo en el futuro maravilloso que esos cambios nos van a traer. Al final, el futurólogo con el que me identifico más es con Quino, cuando en uno de sus chistes un hombre dice que después de haber analizado y ponderado todas las opciones lo que el quiere es “que nos gobierne mi mamá.”

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