(Imran Jan comprobando que es mucho más difícil dirigir un país que ganar al cricket, sobre todo en Pakistán)
El 20 de agosto Imran Jan constituyó su primer gobierno que fue, cuando menos, peculiar. La mayor parte del gabinete eran personas que habían servido bajo Pervez Musharraf (12 de 21). Cinco de los miembros habían participado en anteriores gobiernos del PPP. Imran se guardó para sí el Ministerio del Interior. A no pocos la composición del gobierno les conmocionó. No parecía un gobierno de cambio y, además, tenía una considerable presencia militar.
Sus primeros 100 días de mandato fueron realmente trepidantes. Mencionaré algunas de las medidas: ordenó que se repatriase dinero blanqueado del extranjero (brindis al sol si no se cuenta con la colaboración de los bancos internacionales); prohibir que Nawaz Sharif y la política Maryam Nawaz pudieran salir del país por corrupción; diversas medidas de austeridad que implicaban el recorte de privilegios para el Primer Ministro y los miembros de su gabinete; eliminación de los fondos discrecionales a disposición de los parlamentarios y los miembros del gabinete, incluido el Primer Ministro… En general medidas muy vistosas, pero no realmente transformacionales. En su descargo cabe decir que en un país tan complicado como Pakistán resulta difícil ser transformacional.
En política exterior Imran anunció que su primera prioridad sería Pakistán y sus intereses y que buscaría sólo relaciones en igualdad de condiciones; esto implicó roces con la Administración Trump casi desde el primer día. Dos cuestiones a las que prestó especial atención fueron la diáspora Pakistaní y la islamofobia contra sus connacionales. El Corredor Económico China-Pakistán siguió siendo clave para él, pero acusó a la Administración anterior de haber negociado mal y haber hecho a China más concesiones de las necesarias.
El mandato de Imran Jan no fue sencillo. Del gobierno anterior había heredado una fuerte inflación, deuda, una rupia en declive y una balanza de pagos desastrosa. Le tocó lidiar con el Covid-19, algo que por cierto hizo muy bien, y se vio cogido en la evacuación de Afganistán por EEUU y sus aliados y en el ascenso de los talibanes.
En el frente económico, como consecuencia de las negociaciones con el FMI, se vio obligado a introducir severas y muy impopulares medidas de austeridad, que afectaron sobre todo a los más pobres. No obstante, los resultados económicos bajo Imran Khan fueron buenos. Su último año de gobierno la tasa de crecimiento fue del 6% gracias a las importaciones y el consumo. La renta per cápita pasó ese año de 1.676 $ a 1.798 $. La balanza por cuenta corriente en 2020 fue positiva. La recaudación fiscal alcanzó cifras record que permitieron, unidas a las medidas de austeridad, que el déficit fiscal bajase al 1% del PIB. El índice Doing Business 2020 situó a Pakistán en la posición 108, una mejora de 28 puestos con respecto al año anterior. Los dos puntos negativos fueron la inflación, que afectó sobre todo a los alimentos y otros productos de primera necesidad e hizo impopular al gobierno de Imran Jan, y la excesiva dependencia de las remesas de los emigrantes.
La caída de Imran Jan se produjo por lo mismo que otros primeros ministros pakistaníes han caído: por enfrentarse al Ejército. Imran Jan intentó que el poder civil pudiese controlar al Ejército y que los servicios de inteligencia (el Inter-Services Intelligence) reportasen directamente al Primer Ministro. También quiso que el presupuesto de defensa fuese auditado por el gobierno. En octubre de 2021 Imran Jan trató de mantener al teniente general Faiz Hameed como jefe de la inteligencia frente al candidato del comandante en jefe del Ejército, el general Qamar Bajwa, que acabó prevaleciendo. En las semanas de tira y afloja con Bajwa, Imran Jan se dejó algunos pelos en la gatera.
Tal vez la gota que colmó el vaso para el Ejército fue el intento de reformular la relación con EEUU. Aunque “reformular” es una manera suave de decirlo. Imran Jan tuvo un serio desencuentro con Trump en 2018 a propósito de lo que Pakistán estaba haciendo o dejando de hacer en la guerra de Afganistán. El desencuentro llevó a un recorte en la ayuda de seguridad norteamericana de 1.300 millones de dólares.
Con el objetivo de reducir la dependencia de EEUU, Imran Jan viajó a Rusia para hablar de cooperación económica y energética. El timing no pudo ser peor, los días 23 y 24 de febrero de 2022, o sea, al día siguiente de la invasión rusa de Ucrania. Alguien más prudente hubiera postpuesto la visita al menos. Imran no lo hizo y trató de hacer juegos malabares para mostrar su oposición a la invasión, pero sin condenar a Rusia. Ese tipo de maniobras no suelen salir bien.
Imran Jan había aspirado a convertirse en el primer ministro pakistaní en terminar su mandato, pero a la altura de marzo de 2022 se había granjeado demasiados enemigos en el establishment, sobre todo en el militar. Eta cuestión de tiempo que la tormenta estallara. Y estalló.
El 8 de marzo la oposición unida, a la cual se habían sumado algunos antiguos aliados de Imran Jan presentó una moción de censura contra éste. Imran Jan dijo que todo era una conspiración norteamericana porque no había querido alinearse con EEUU. Trató de bloquear la moción disolviendo el Parlamento y convocado elecciones anticipadas. La oposición apeló al Tribunal Supremo y éste dijo que muy hábil, pero que la jugada no colaba. El 10 de abril se votó la moción. La moción recibió 174 votos de los 342 escaños de la Cámara. Le sustituyó Shehbaz Sharif, el hermano de su detestado Nawaz Sharif. A partir de ese momento todo fue cuesta abajo para Imran.
En los meses siguientes a su derribo, Imran Jan fue acusado de haberse apropiado de regalos valiosos que le hicieron durante su mandato. En octubre una comisión ad hoc inhabilitó a Imran para ocupar cargos públicos alegando que había presentado declaraciones de bienes falsas o inexactas. Imran terminó el año con un intento de asesinato, mientras encabezaba una marcha a Islamabad para pedir elecciones anticipadas. El intento se saldó con un tiro en la pierna. Y 2023 lo comenzó acusando a los servicios de inteligencia de haberle intentado emboscar cuando acudió al tribunal a testificar por el caso de los regalos de Estado.
El 9 de mayo de 2023 tuvieron lugar gravísimos desórdenes tras la detención de Imran Jan por parte de sus seguidores. Los desórdenes se produjeron en varias de las principales ciudades del país. Y fueron seguidos por una fuerte represión, en la que varios líderes del partido fueron “invitados” a abandonarlo.
En otro país acaso aquí habrían terminado esta entrada y la carrera política de Imran Jan. Pero Pakistán es Pakistán. El 8 de febrero de 2024 hubo elecciones y los más votados fueron los candidatos independientes, que ganaron 93 escaños y el 31% del voto popular. Casualmente, les apoyaba el PTI.
¿Continuará?
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