Rafael Cansinos Assens escribió su gran obra “La novela de un literato” sobre la base del diario que llevaba entonces. La novela describe un Madrid bohemio, que se reunía en torno a las tertulias y festejaba los estrenos teatrales como si no hubiera un mañana. Por la novela pasa un sinfín de tipos pintorescos, de ésos que dejan buenas anécdotas, pero nunca llegan a nada. Los que llegan a triunfar se cuentan con los dedos de una mano. La obra comienza con un Cansinos Assens jovencísimo que ha llegado a la capital a triunfar y se ve casado con la literatura, tal es su entusiasmo. A medida que transcurre el tiempo las cuestiones crematísticas van adquiriendo más importancia. La novela termina en julio de 1936 con un tono mucho más moroso que al principio. Para entonces Cansinos Assens tenía 54 años. Todos le llamaban maestro y despertaba muchas simpatías, pero era consciente de que no había triunfado.
Arca ediciones ha publicado el “Diario de posguerra en Madrid” en 1944. Aquí el tono es completamente otro. Cansinos Assens es un hombre de 62 años, purgado por el régimen de Franco, que malvive a base de traducciones que no puede firmar. Es un hombre que pasa frío y come mal y al que se le acaba de morir una hermana. Su única alegría es su novia Josefina, cuyas ausencias para regresar a su pueblo, le hacen sufrir lo indecible. “¡Pobre Josefina! Reumática; se le hinchan los pies, tiene dolores erráticos; el médico se lo ha dicho…, son los años… ¡Pero si pasa ya de los cincuenta! Se gastó su última juventud y su belleza conmigo [hacía 18 años que estaban juntos]. Es ya como otra Obdulia [me parece que se refiere a la mujer de su amigo Iribarne, a la que éste estaba muy unido]… Me he de acostumbrar a esta nueva mujer, y he de amarla más que a la otra, como a una ruina, pues además me veo en ella como en un espejo.”
Cansinos convive con su otra hermana en una convivencia tensa, llena de susceptibilidad y de prejuicios. La literatura ya no ocupa un lugar tan destacado en su vida; entre otras cosas, ya no puede publicar con su nombre. En cambio las mujeres tienen una presencia sobresaliente. Dicho de otra manera, Cansinos Assens es un mujeriego, pero más en la imaginación y en el deseo, al menos en esta época en la que ya tiene 62 años. Este aspecto que no aparecía en “La novela de un literato”, tenemos que entender que no es algo nuevo. Cansinos amó a las mujeres durante toda su vida, pero no lo mencionó tan abiertamente en “La novela”.
Su descripción de Madrid alterna lo sombrío con momentos brillantes en los que parecería que la vida normal de antaño estuviera al doblar la esquina. “… me desintegro ante el paisaje que circunda el antiguo Palacio Real. Tres horas solo, sin hablar con nadie, sentado entre escombros de antiguas trincheras, y casas que destruyó la guerra.” “Subieron también a treinta la barra de ese pan convencional que dan en tienda y redujeron el tamaño de la barra. Como es natural, subió enseguida el estraperlo.” ”Venta libre de azúcar. Cuarto de kilo por persona. Alboroto femenil; largas colas ante las tiendas; policías armados… discusiones, reyertas, amenazas… Lo mismo que en la guerra ¡Chica, por un cuarto de kilo de azúcar, cuánta amargura!”
Me gustan las estampas que dibuja Cansinos del Madrid de aquella época. “Primer viernes de marzo. Cristo de Medinaceli. Una ráfaga de erotismo místico llena la ciudad.” “La Navidad triunfa en los escaparates de la Gran Vía, que estos días gozan de un plus de fluido. ¡Cuántas cosas que ver con Josefina! Cómo se habría embobado ante ese faquir indio que con su varita mágica escamotea a una odalisca ante la vista del público como un Barnum de carne y hueso, y ante el cual ha habido, a pesar del frío, un corro de curiosos hasta última hora.”
Cansinos sigue asistiendo a tertulias, pero éstas son tristonas y de medio pelo. ¿O acaso sea que ya no despiertan el mismo entusiasmo en un Cansinos Assens desengañado? En todo caso apenas quedan los tipos pintorescos de la bohemia anterior a la guerra civil. Muchos se han muerto y los que quedan se arrastran sin entusiasmo. Incluso los cafés han perdido la prestancia de los antiguos. “La antigua Maison Dorée es quizá el único café que conserva algo de los antiguos; con unas paredes lisas y claras que suplen espejos, divanes profundos macizas columnas y estatuas griegas en los testeros- todo claro, de escayola, moderno y ligero.” En comparación, en el Cocodrilo, el café que más mencionado aparece en la novela tenía cucarachillas deambulando por las paredes.
Cansinos, como todos los españoles, seguía con expectación los avatares de la II Guerra Civil. Menos Franco y cuatro más, todos daban por descontada la victoria de los Aliados. Muchos pensaban que esa victoria tendría que traer necesariamente cambios para España. El régimen con habilidad y precaviéndose ante cualquier escenario, jugaba sus cartas e increíblemente acabó ganando la partida. “Sensacionales declaraciones del C. [el Caudillo] ante unos periodistas norteamericanos. España nunca fue aliada de Alemania ni su régimen tuvo nada en común con el nazismo ni el fascismo. España es una democracia que puede llevarse bien con todos… Solo se opone al comunismo… y la División Azul fue solo un acto simbólico… [ese acto simbólico estuvo compuesto por 18.693 hombres y una escuadrilla aérea].” Nunca subestimes a un gallego.
Como dije sólo unos pocos a la altura de 1944 seguían creyendo en la victoria de Alemania gracias a las tan cacareadas armas secretas.
“La nueva arma secreta con la que amenazan los alemanes es el tema del día y da lugar a chistes como este:
– El arma secreta, ¿no sabe usted en qué consiste?
– ¡Pues en un palo muy largo, que lleva a la punta atado un gran trapo blanco! Es de efecto seguro y rápido.”
El régimen, además, de disfrazar lo que había sido durante los años anteriores, trataba de explicar los acontecimientos de la manera que le resultara más favorable. “En El Español último viene un artículo en el que se dice- ¡ahora!- que esta guerra no ha sido una guerra ideológica, sino económica por el predominio. Inglaterra y EEUU no han luchado por la democracia, sino por el Imperio…”
“Los aliados a 54 kilómetros de Paris. ¡Qué emoción esta frase! Porque pensamos en Madrid.”
“Al proyectarse en el Dos de Mayo un NODO con el desembarco de los ingleses en Grecia, la gente de arriba aplaude [en aquel entonces los cines tenían una planta de arriba cuyas entradas eran más baratas] ¿A los ingleses o a los guerrilleros [los guerrilleros griegos eran comunistas]? De todos modos es notable que se atrevan a aplaudir; claro que es sólo un momento…, pero sin embargo, eso hoy es un acto cívico.”
La edición del Diario y las notas las ha hecho el hijo de Rafael Cansinos Assens, Rafael Manuel Cansinos Galán. Las notas, muy documentadas, ponen muy bien en contexto los tiempos en que Cansinos escribió el Diario.
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