Ya lo saben, cumplir un mandato constitucional es hacer perder el tiempo. Textual. La ministra portavoz se abrió de capa para humillar a la bestia, que parece ser que así es como ven los miembros del gobierno Sánchez al pueblo español.
Por si quedaran dudas, el propio primer ministro lo dejó bien claro ayer en el breviario monclovita con que buscó el perdón de la Comisión Europea y el beneplácito de sus sostenedores del interior. Hay que ver lo que dan de sí sus cuatro cientos asesores. Total, para nada.
Pero pasada su lectura sin levantar la vista del centenar de folios esculpidos por el buril de cualquier IA, y soportadas las intervenciones del resto de representantes de la ciudadanía, emergió el licántropo que lleva dentro para tirarse a la yugular del jefe de la oposición.
Como si no hubiera asunto de mayor enjundia en una sesión dedicada a la seguridad europea y el rearme de sus miembros, el primer ministro dedicó tres cuartos de hora a Feijóo para insultarle, vejarle y cuantas fórmulas ultrajantes lleva aprendidas en las tardes de reflexión con sus íntimos tipo Ábalos, Cerdán o López. Y en días señalados, el mismísimo Zapatero con el que todo empezó.
Quedó patente que el personaje no lleva nada dentro. La cabeza no le da para el gran salto que le convertiría en un primera figura, un hacedor de historia con mayúscula y poder borrar para siempre el estigma del trilero que como sombra negra le persigue
Hablando en serio, que es lo exigible a un primer ministro, para no hacer perder el tiempo al Congreso tenía dos opciones. En vez de marear la perdiz pudo haber mandado a hacer puñetas a la Von der Leyen, trasunto de Juana de Arco dispuesta a habérselas con Putin el invasor. Porque lo nuestro es bienestar, pan y circo, España no necesita hacer más mili, que bastante tuvimos ya, podría haberse adornado en el cincuentenario del deceso que viene celebrando. ¡Ah! Y anunciar la retirada de la OTAN. Ya de paso…
O, por el contrario, desembarazarse de las rémoras y cantamañanas que le impiden hacer lo que debería hacer si tuviera algo en la mollera, y ofrecer un acuerdo de legislatura al partido que ganó las elecciones para sacar adelante lo que empieza a emponzoñarse.
Quia, lejos de ello se refociló como cochino al término de la sesión. Dejó claro que el parlamento es una forma de hacer perder el tiempo. Por la marcha que lleva podría llegar a la misma conclusión respecto de las elecciones. ¿Se imaginan?
Presupuestos o elecciones. Porque manda la Constitución que el Gobierno ha de presentar ante el Congreso los presupuestos generales del Estado al menos tres meses antes de que expiren los del año anterior. No habla de aprobar sólo presentar.
¿Y?
Política
