Gonzalo Jiménez Tapia el 08 mar, 2022 Timón del Juan Sebastián de Elcano del puente de mando. G.J.T Elcano no existiría sin los alumnos, ser buque escuela es su misión existencial. Lleva 94 años navegando por diferentes mares y océanos para formar a los futuros oficiales de la Armada en disciplinas navales, militares y civiles. Bajo las escaleras para llegar al sollado de los más de setenta guardiamarinas. Un pasillo en forma de u separa el sollado (dormitorio), la biblioteca y una estancia donde hacen toda la vida bajo cubierta. La cámara ocupa toda la manga del buque y está decorada con las placas de marinos ilustres y metopas de antiguos cruceros de instrucción. Allí es donde los futuros alférez de navío reciben sus clases todos los días, además comen y pasan su tiempo de descanso; es una sala multiusos. Es en esta sala se imparte la teórica de este centro docente flotante que abarca todo el bergantín-goleta. A pesar de las velas, los palos y las cubiertas, el Juan Sebastián de Elcano es una universidad en toda regla; el tercer comandante es el jefe de estudios y un alférez de navío hace de secretario académico. Los alumnos guardiamarinas tienen clases, trabajos, presentaciones en grupo, prácticas, recuperaciones, etc. Realizan la navegación en su tercer año, de los cinco que pasan en la Escuela Naval Militar de Marín. Surcando los mares y océanos aprenden sobre el papel las bases de navegar a vela, derecho marítimo, operaciones anfibias y otras nueve asignaturas propias del plan de estudios de la carrera militar. Además, se suele desconocer que, desde 2010 los futuros oficiales complementan su formación naval con un grado en ingeniería mecánica, que estudian simultáneamente con asignaturas y profesores civiles del Centro Universitario de la Defensa (CUD), adscrito a la Universidad de Vigo. Por lo tanto, se gradúan como alférez de navío e ingenieros mecánicos. Los guardiamarinas forman en cubierta con el arnés para subir a los palos. G.J.T Me quedo en la puerta y observo a los guardiamarinas sentados en sus taburetes giratorios anclados al suelo, frente a las largas mesas que cruzan la sala. En medio hay un espacio con un atril, una pantalla y, en frente, el palo mayor popel atraviesa de arriba abajo la estancia. En él se apoyan los sables de la guardia de puerto. La clase comienza con todos los alumnos en pie para recibir a su profesor, esta vez no es un oficial sino un civil, el profesor Javier Rodríguez, doctor-ingeniero del CUD, que imparte Fundamentos de Organización de Empresas, una asignatura de ingeniería mecánica. Además de las clases, el buque se vuelca en el aprendizaje de los jóvenes estudiantes, que poseen categoría de oficiales para el resto de la dotación. Realizan, como en el mundo civil, prácticas en todos los niveles del buque-escuela. Por rotaciones, van pasando por máquinas, puente, cubierta, servicios, etc. Los guardiamarinas hacen informes de meteorología y derrota diarios que ayudan a gobernar el Juan Sebastián de Elcano. Además, aprenden a utilizar el aparejo, tirando de cabos, subiendo a los palos y arriando velas.Esta es la parte práctica que se sustenta en la teoría que aprenden en las clases que reciben de los oficiales de Elcano en su cámara. Un oficial explica a los guardiamarinas el uso del arnés. G.J.T Llevamos navegando un mes en este buque-escuela y los alumnos – guardiamarinas – se han ido adaptando al barco, a sus formas de trabajo y los nombres de sus velas y palos. Cuando pasen unas semanas, irán teniendo más responsabilidad sobre diferentes decisiones de la navegación, hasta que llegue un momento, al final del crucero, que sean capaces por si solos – con supervisión de los oficiales – de tomar la voz (adoptar las decisiones, en jerga militar) de la derrota o qué velas utilizar. Regresarán a la academia en Marín habiendo vivido la navegación a vela de primera mano y rememorando a La Victoria, que consiguió dar la primera vuelta al mundo comandada por Elcano, en 1522. Otros temas Comentarios Gonzalo Jiménez Tapia el 08 mar, 2022
«El comandante es la cabeza visible […], pero sin las otras personas que trabajan mucho, mi labor no serviría para nada»