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Blogs Tareas pendientes por Maria C. Orellana

No es normal

No es normal
Maria C. Orellana el

Me gustó el programa de Salvados “El machismo mata”, donde Jordi Évole trataba el tema de la violencia de género desde los puntos de vista de una juez, un asistente social para la recuperación de maltratadores, un agresor arrepentido y una chica que había experimentado el maltrato por parte de su novio cuando sólo tenía quince años.

Aproveché para advertir a mis hijas sobre los chicos que quieren controlar el  whatsapp, los likes del Facebook, los amigos, el largo de la falda de sus novias. Ante tales síntomas (inequívocos) de potenciales maltratadores no hay más que un único camino: alejarse desde el minuto cero.

Todo el programa me pareció muy pedagógico, pero me interesó especialmente la historia de Marina porque con quince años yo también fui testigo silencioso de un caso similar: una amiga muy próxima aguantó durante dos años golpes, mordiscos, pellizcos, acosos, vejaciones e insultos por parte de un chico guapete y simpático de una familia normal (recuerdo que su padre trabajaba en un banco). Y aunque yo contemplaba todo aquello con absoluta indignación, no fui consciente de lo terrible de la situación como para contarlo a mis padres, o a los suyos.

Ahora no entiendo bajo qué extrañas circunstancias podíamos entonces ver cierta violencia como algo casi natural: una compañera de clase que al día siguiente de las notas nos enseñaba las marcas del cinturón de su padre grabadas en su espalda, la profesora de tercero que pegaba cada día con la enorme manaza abierta a cualquier alumna que no se comportara de acuerdo a sus estándares, el exhibicionista de la gabardina que nos acosaba a la salida del colegio o el novio que agredía a mi humillada amiga.  Y ninguna contábamos nada en casa. Supongo que todo aquello nos parecía odioso pero “normal”.

El número de mujeres amenazadas por sus parejas o que mueren a manos de sus maltratadores no baja. Y oigo que las conductas dominadoras como las que contaba a mis hijas no son infrecuentes entre los chicos jóvenes. Pero aun así soy optimista, porque ahora hay más conciencia colectiva de que el machismo está mal, de que la violencia de género en cualquiera de sus formas debe ser perseguida…

Sólo en nuestro mundo.

En muchos países no tan lejanos, los derechos de las mujeres son pisoteados cada día: vestidas como siniestros fantasmas (para evitar las miradas lujuriosas de los hombres), sin poder salir a la calle solas o conducir un coche (por peligro de que lo pasen bien), sin independencia económica (no vayan a escaparse), casadas a la fuerza (con maridos a los que ni ebrias elegirían) o incluso mutiladas salvajemente desde niñas (por no sé qué motivos atávicos). Todo eso pasa por “normal” en esas sociedades incultas y machistas.

Lo que temo es que aquí también veamos como normales los indicios de dominación, aunque solo sea la imposición a las mujeres para que escondan el pelo (bajo la excusa de una religión ideada y ejecutada por hombres), como el chico que controla el whatsapp de una niña de quince años.

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Maria C. Orellana el

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