José Manuel Otero Lastres el 20 may, 2018 No sé cuántos de ustedes habrán oído hablar de los COPs, acrónimo de los llamados Contaminantes Orgánicos Persistentes, que son sustancias químicas muy tóxicas, y duraderas, peligrosas para el medio ambiente y la salud humana debido a sus propiedades nocivas. Entre los COPs químicos más conocidos están la aldrina y el DDT. Pues bien, a los COPs químicos habría que añadir los COPs políticos, que son contaminantes orgánicos persistentes dañinos para la política española, entre los que merecen mención especial la familia Pujol y su mariachi de independentistas. Y es que cada vez tengo más claro que la familia Pujol ha organizado una invasión progresiva de COPs políticos con el fin de enmarañar la situación de Cataluña y desviar nuestra atención para que no caigamos en la cuenta de la sospechosa paralización o, cuando menos, ralentización de sus litigios penales. En efecto, el primer contaminante orgánico persistente que nos lanzó la familia Pujol fue Artur Mas, que siguiendo las instrucciones de su jefe, Jordi, empezó polucionar la realidad política española del siglo XXI, y en pleno proceso de construcción de Europa, con la mamarrachada tóxica de un inexistente derecho a decidir que culminó con el farsa-referéndum del 9 de noviembre de 2014. El siguiente contaminante tóxico fue el ascenso a la presidencia de la Generalitat de Puigdemont, el cual, siguiendo las instrucciones del jefe de la secta, dio una nueva vuelta de tuerca al independentismo-tapadera promoviendo otro farsa-referéndum y consiguiendo que el Parlament declarase unilateralmente la República Independiente de Cataluña. El penúltimo COP que salió de los matraces de los Pujol fue la opereta de la fuga de Puigdemont y algunos de sus adláteres, que nos estuvieron entreteniendo cinco meses largos sobre quién iba a ser investido presidente de la Generalitat, hasta que, por fin, el digitalizado fue el facha/nazi Torra, cuyas lindezas sobre los españoles vuelven a ser tinta de calamar para ocultar la paralización de las causas judiciales del jefe de la secta. Y, por el momento, el último contaminante orgánico persistente es la semi-oculta toma de posesión del ario Torra, casi en la intimidad, y sin observar las formalidades legales de rigor, seguida del nombramiento de Consejeros fugados y en prisión, todo ello para mantener viva la moral de la tropa independentista y la llama de la provocación al Gobierno Central como táctica de distracción. Creo que es hora ya de que el Estado de Derecho español deje de estar expuesto a los efectos tóxicos de los COPs políticos independentistas y que con energía política y judicial los fumigue de una vez por todas. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 20 may, 2018