José Manuel Otero Lastres el 13 jul, 2016 Como suelo hacer, para que puedan responderse con más conocimiento de causa la pregunta que dejo planteada les recuerdo qué se entiende por “gloria” en el Diccionario de la RAE, según su primera acepción: “Reputación, fama y honor extraordinarios que resultan de las buenas acciones y grandes cualidades de una persona”. La importancia de la gloria la recuerda el autor de “Lazarillo de Tormes” en las primeras líneas de su obra. Al hablar de lo que busca el escritor dice: “… muy pocos escribirían para uno solo, pues no se hace sin trabajo, y, quieren ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras y, si hay de qué, se las alaben”. Y a renglón seguido, por si alguien pensara que el soldado que va en primera línea “tiene aborrecido el vivir”, señala el autor de Lazarillo que “el deseo de alabanza le hace ponerse en peligro”. Pues bien, si con la pluma y la espada se busca la gloria, ¿no habrá alguien que también la persiga ejercitando el noble oficio de la política? Si volviéramos la vista atrás pudiera parecer que hubo otros tiempos en los que no poco políticos llegaron a adquirir reputación, fama y honor extraordinarios a causa de las buenas actuaciones en defensa de los intereses generales de los ciudadanos, actos que no hicieron más que confirmar las grandes cualidades que reunían. ¿Les parece, queridos lectores, que en nuestros días ciertos líderes políticos están actuando de modo tal que la ciudadanía deba reconocerles la gloria de la que hablo? Respóndanse ustedes mismos. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 13 jul, 2016