José Manuel Otero Lastres el 07 mar, 2014 Esta es una historia real. Nano es un niño de Sanxenxo (Pontevedra) que le pidió en navidades a Papá Noel una Tablet. Su padre escribió la carta, la metió en un sobre que tenía de una gestoría de dicha localidad, y la dirigió al Polo Norte. En correos, en un verdadero alarde de eficiencia, en lugar de deshacerse de ella por ser el destinatario y la dirección “desconocidos”, la entregaron en la gestoría, única dirección real que constaba en el sobre. El dueño de la gestoría, sensible al deseo del pequeño, averiguó quién era y hoy le entregó su regalo navideño. ¡Hay que ver la fuerza que tienen el candor y la ilusión de un niño! Es verdad que él hizo todo lo que estaba de su parte. Utilizó la vía postal, tal y como le dijeron sus mayores, para pedir su regalo e insistió a su padre para que metiera la carta en un sobre y la enviara al Polo Norte, sin ulterior precisión, que como todo el mundo sabe, es donde reside Santa Claus. Los demás implicados también sacaron lo mejor de sí mismos para cumplir el deseo de Nano. El empleado de correos, lejos de tirar la carta a la basura por no encontrar al destinatario, la entregó en la gestoría. Y en este empresa, además de dedicar parte de su tiempo a averiguar quién era el pequeño remitente, le compraron la Tablet y se la entregaron. Pero en la sociedad crispada en que vivimos, es posible que haya quien critique que el servicio público de correos, en lugar de optar por la máxima eficiencia, haya “malgastado” parte de sus escasos recursos en entregar una carta del quimérico mundo infantil en una gestoría. Y hasta habrá quien pueda pensar que la gestoría se apartó de su objeto empresarial al buscar a un niño para regalarle algo que obligaba a Papá Noel. Yo prefiero pensar que nunca es suficiente todo lo que se haga en estos tiempos de crisis y de amargura por hacer feliz a un niño. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 07 mar, 2014