José Manuel Otero Lastres el 31 ago, 2017 Según el diccionario de la RAE, “equilibrismo” significa “conjunto de ejercicios y juegos que practica el equilibrista. Por “equilibrista” se entiende “diestro en hacer juegos de equilibrio”. Y “equilibrio” quiere decir en su acepción 5 “ecuanimidad, mesura y sensatez en los actos y los juicios”. Pues bien, si se analiza la actuación de ayer de Margarita Robles en el pleno del Congreso de los Diputados, como portavoz del PSOE, en el acto de comparecencia de Mariano Rajoy con motivo de la Gürtel, se puede afirmar que la mencionada diputada hizo difíciles ejercicios para mantener la ecuanimidad, la mesura y la sensatez en su intervención. El primero de estos ejercicios fue comparecer en la tribuna como portavoz de un partido en el que dice que no milita. Y es que por mucho que trata de aparentar que sigue siendo una magistrada independiente y que habla supuestamente en condición de tal, lo cierto es que actuó con la inquina y la agresividad propias de esos socialistas que ven a los políticos del PP más como enemigos a los que hay que negar el pan y la sal que como simples adversarios en la lucha legítima por el poder. Precisamente por el difícil ejercicio de equilibrio que quiso hacer Margarita Robles actuando como portavoz de un partido del que no es militante y sin despojarse del carácter que le imprime su condición de magistrada, es por lo que Mariano Rajoy le espetó: “Le pido un poco de pudor, porque si no será difícil que la tome en serio. Usted no es un agente judicial, es la portavoz del grupo parlamentario de su partido, si es que usted tiene partido, que no lo sé“. Otro punto importante en el que se puso de manifiesto la dificultad de compatibilizar el cargo de portavoz de un partido al que no se pertenece con la condición de magistrada fue cuando Mariano Rajoy equiparó su intervención como testigo en el caso Gürtel con la que tuvo en su día la propia Margarita Robles que también intervino como testigo en el caso de Lasa y Zabala, presuntos etarras asesinados por los GAL, al haber sido en su día Secretaria de Estado de Interior. Y ahí Mariano Rajoy la acusó de falta de equidad y de utilizar una distinta vara de medir. Todo lo que antecede me lleva a sostener que en un momento en que se están extremando las incompatibilidades debería recogerse como tal, no el paso de la justicia a la política, sino la vuelta de la política a la justicia. Y es que el ejercicio de la función jurisdiccional exige imparcialidad, competencia, ecuanimidad, mesura y sensatez en los juicios, condiciones éstas que tienen muy poco que ver con la parcialidad, la exageración y agresividad de las que hacen gala algunos políticos. Y claro si algún ex político que conserva su condición de juez vuelve resentido a la administración de justicia, no debe olvidarse que puede caer en la tentación de utilizar el enorme poder que tiene como juez al servicio de sus rencores particulares. ¿Les suena algún caso relativamente reciente? Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 31 ago, 2017