A diferencia de su etapa anterior, en la actual, Pedro Sánchez, el Secretario General del “nuevo PSOE”, como lo llama él, no solo se prodiga poco, sino que parece haber cambiado el rumbo de su singladura política. Con anterioridad, Pedro Sánchez estaba constantemente en los medios, pero con un discurso que se había vuelto totalmente previsible: culpar de todo al PP y compararse obsesivamente con Mariano Rajoy tratando de menospreciarlo. Visto el fracaso de su estrategia anterior, ahora sale bastante menos en los medios, y, en lo que parece ser un cambio de táctica, tiende a presentarse como alternativa de poder haciendo propuestas sobre los temas más candentes de nuestra realidad política.
Esto es lo que ha sucedido en la mañana de hoy en la que, pare resolver la peliaguda cuestión de financiación de las pensiones, ha propuesto la creación de dos nuevos impuestos para aumentar las fuentes de ingresos del sistema público de pensiones: un tributo sobre las transacciones financieras y de otro directo y «extraordinario» sobre la banca. La propuesta de Sánchez, aunque se presente demagógicamente disfrazada como nuevas medidas que tratarían de “apretar a la banca”, lo cierto es que hace recaer la carga de estas nuevas fuentes de ingresos del sistema públicos de pensiones más sobre la ciudadanía que utiliza los servicios bancarios que sobre los bancos mismos. Y ello porque como suelen hacer todas las empresas la banca acabará trasladando los costes de su actividad a los clientes que utilizan sus servicios.
La propuesta de Sánchez se inscribe, pues, en la línea de que seamos los ciudadanos quienes aumentemos los recursos a la Seguridad Social. Es decir, no basta con que coticemos a la Seguridad Social y esperar que nuestros políticos administrar los recursos públicos, como dice la Constitución, con «eficiencia y economía», sino que nos piden más.
Por otra parte, sabemos todos, que el tema de los impuestos es uno de los que más se presta a la demagogia, que significa -recuérdese- «halago de la plebe para hacerla instrumento de la propia ambición política». Y claro, para que la propuesta sobre las nuevas fuentes de ingresos para las pensiones no tenga repercusiones negativas en las próximas elecciones generales, Sánchez propone, en un alarde demagógico difícilmente superable, que sea la todopoderosa “Banca” la que aporte por la vía de los impuestos nuevas contribuciones a las arcas generales.
Sin embargo, no conviene olvidar –como señalaba antes- que las empresas en general y las entidades bancarias en particular trasladan la mayor parte posible de sus costes a los clientes. Lo cual significa que el pagano final de los nuevos recursos será la clientela de los servicios bancarios, que es la gran mayoría de los ciudadanos.
Por eso, antes de decidir si conviene imponer a alguien un nuevo esfuerzo tributario, deberíamos preguntarnos si no pueden obtenerse los fondos precisos de una más eficiente administración de los recursos públicos. Lo que hay que preguntarse es si no existen otras vías para aumentar los ingresos de la Seguridad Social. Creo que este punto lo suficientemente importante como para debatirlo en el Pacto de Toledo. Pero antes de recurrir a los impuestos tal vez deberían reducirse ciertos gastos públicos que liberarían recursos, como por ejemplo, acabar con la descentralización de la Administración pública duplicadora y hasta triplicadora de ciertas instituciones, cerrar muchos de los canales autonómicos de televisión, reducir el parque móvil y limitar el uso de vehículos por cargos públicos, cerrar embajadas de autonomías en el extranjero, limitar el ingente número de asesores políticos que arrumban a nuestra preparada clase funcionarial, etcétera. Y entonces con esos nuevos recursos disponibles tal vez podría idearse un sistema de financiación en el que todo el peso no recayera sobre las cotizaciones sino sobre otras fuentes de ingresos procedentes del adelgazamiento de nuestra mastodóntica administración pública.
Por todo lo que antecede, la propuesta del ahora “estadista” Sánchez en nombre del “nuevo PSOE” es equiparable al parto de los montes de la fábula de Esopo: ha dado a luz un pequeño ratón.
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