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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Censores con los adversarios y condescendientes con los afines

José Manuel Otero Lastres el

Se afirma en nuestros días que cada vez están más desdibujados los límites entre la derecha y la izquierda. Puede que sea cierto, pero personalmente advierto un rebrote de intransigencia que puede traer su origen en cierto sesgo en la manera de entender la memoria histórica: justamente la que propugna una especie de “profanación” de la sepultura en la que habíamos felizmente enterrado durante la transición el revanchismo de la guerra civil. Lo cual puede inducir a creer -aunque personalmente no lo comparto- que estamos caminando de nuevo hacia las dos Españas del poema “Españolito que vienes al mundo”, de Antonio Machado.

Aunque los límites pueden ser borrosos en la línea divisoria, los españoles que acuden a las urnas pueden ser divididos en dos grandes grupos, todavía oscilantes pero cada vez más fijos. A saber: los que votan a los partidos de la derecha y del centro, incluidos los socialdemócratas moderados; y los que lo hacen a los de izquierda, entre los que están desde el socialismo más radical a los partidos comunistas y movimientos antisistema.

Las razones que conducen a cada ciudadano a decidir su voto son muy variadas, pero entre ellas figura la empatía con un determinado modelo de vida. Y aquí no sería sincero si no dijese que desempeña un importante papel el modo en que se entiende la libertad. Los hay que le dan más alas a la cometa de la libertad para que ondee al viento sin cortapisas y existen otros que sujetan fuertemente el cable para que no oscile demasiado la milocha.

Pues bien, si nos adentramos en cada uno de estos grupos, observaremos que se suele repetir la misma conducta: hay condescendencia con los afines y cierta censura intransigente con los adversarios. Solemos ver la paja en el ojo ajeno y desviamos la vista con la viga que tenemos en el propio. Lo cual, lejos de proporcionar armonía, agranda las diferencias. Es un camino que nos llevará a la radicalización de las respectivas posiciones.

Y es que considero un error de bulto disculpar al afín que comete tropelías o mete la mano en el erario público por la sola razón de que “es de los nuestros” y los “otros también lo hacen”. La honradez tiene solo una cara y es una virtud absolutamente imprescindible para todos aquellos que se dedican a la política.

Viene a cuento lo que antecede para alabar las acertadas palabras de Cristina Cifuentes en el ABC de hoy: “No he llegado hasta aquí para tapar las acciones irregulares de antiguos compañeros de partido”, agregando: “si no hubiera denunciado, hoy sería cómplice”. Ojalá que cunda el ejemplo y que sea el comienzo del abandono del nefasto “y tú más” y su sustitución por lo que afirmó recientemente Mariano Rajoy “el que la hace la paga”. Sea afín o adversario, añado yo. Y ésta es una practica muy saludable que de ser observada por todas las formaciones políticas -y todas son todas- mejoraría sensiblemente la salud económica, social y política de nuestra querida España.

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