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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

P.O.P.A.

José Manuel Otero Lastres el

Al igual que en otras ocasiones, y para desintoxicarnos de tanta política, reproduzco, seguidamente y resumido, un cuento que escribí en el año 2000 que trata de combatir la nostalgia y de ayudar a disfrutar de los importantes momentos de la vida que nos deparará el porvenir.

“Decidió acudir a la cabaña del Santón. Estaba en lo alto del Monte San Pedro. Desde allí, se divisaba la línea gris que separa el cielo del mar. Unos decían que su sabiduría le venía del horizonte. Había sido el único que había podido andar sobre él y escudriñar en la profundidad de cada uno de sus lados. Por eso, solo él era capaz de tornar la oscuridad del alma de los que lo visitaban en la claridad azulada del cielo. Otros aventuraban que su saber procedía del viento que iba susurrando en sus oídos los pensamientos que flotaban por el firmamento.

El Santón aparentaba unos sesenta años. Tenía los cabellos blancos y largos hasta el hombro. Su rostro parecía el de un ave rapaz, con ojos negros de mirada penetrante. Se pasaba muchas horas sentado en la piedra más alta de la cima del monte, mirando hacia el mar y escuchando el viento. Solo permitía una consulta. Nadie podía volver a visitarlo, ni aunque se tratara de un problema completamente diferente. Estas eran sus reglas, y como no cobraba, todo el mundo las aceptaba.

Cuando llegó ante el Santón le dijo:

-Tengo la sensación de que vivimos el presente sin darnos cuenta, y de que valoramos lo que ya pasó, cuando lo recordamos. Pero entonces ya no se puede revivir lo pasado, sino solamente rememorarlo. Y la alegría que produce el recuerdo, se ve empañada por la tristeza de que lo recordado ya nunca volverá a ser. Lo pasado se puede traer a la memoria, pero no vuelve a existir. La inconsciencia e ignorancia con la que se vive cada instante del presente, impide aprovechar al máximo cada momento. Y la sabiduría con la que vives al recordar, hace que sea mayor la tristeza por lo desaprovechado.

-Tus sensaciones son ciertas –dijo el Santón-. Los que vienen aquí suelen estar confusos y esperan de mí que les aclare las ideas. ¿Qué pretende, pues, quien discierne correctamente?

-Al llegar a este punto de mi vida, he caído en la cuenta de que no he sabido aprovechar los momentos importantes del presente que fui teniendo. Pero sigo estando en el presente, voy a vivir otras situaciones que serán también interesantes y no quiero tener en los próximos años la sensación que experimento con los ya transcurridos.

-Me pides, pues, que ten enseñe a vivir el presente para que no vuelvas a sentir nostalgia en el futuro. ¿Es eso? –preguntó el Santón.

-Justamente.

Y el Santón, mirando fijamente al horizonte, se levantó y comenzó a decir:

-Ante todo, he de decirte que no es fácil captar la nostalgia: es como la respiración, solo la notamos cuando se altera. No todos tienen nostalgia, y quienes la padecen no la sienten de la misma manera y por la misma causa. Por eso es importante saber que se muestra como un síntoma, como una señal, y hay que descubrir a qué responde. Tú has sentido nostalgia y sabes a qué obedece. Estás, pues, en disposición de escuchar la respuesta que buscas.

Para vivir consciente e intensamente el presente que te resta sin que te invada la nostalgia cuando lo recuerdes, debes seguir una regla que yo denomino “P.O.P.A”, esto es: Párate, Observa, Piensa y Actúa.

Cuando sientas que el momento que estás viviendo merece la pena, lo primero que has de hacer es Parar: cesa unos instantes en lo que estás haciendo. Date tiempo. Seguidamente, has de Observar, esto es, trata de captar el sentido de la situación en la que te hallas. A continuación, has de Pensar, aplicando lo que sabes de la vida pasada para valorar suficientemente lo que estás viviendo, y todo ello con la consciencia plena de que lo que está pasando no volverá. Y finalmente, has de Actuar: siente intensamente, abre los poros de tu alma y de tu cuerpo para absorber el magnetismo que se desprende. Paladea cada acto, cada palabra. Déjate impresionar por lo que los sentidos transmitan a tu alma y siente con toda tu energía las emociones que te produce ese momento.

El Santón dejo de mirar al horizonte, se giró hacia su izquierda y caminó lentamente hasta entrar en su cabaña”.

 

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