José Manuel Otero Lastres el 12 feb, 2017 Mañana se celebra el día mundial de la radio y particularmente aprovecho la ocasión para expresar públicamente mi más efusivo agradecimiento por lo mucho que ha significado en mi vida. En realidad, lo que se conmemora es la “radiodifusión”, es decir, la “transmisión pública de programas sonoros a través de las ondas hercianas”. Lo que vulgarmente llamamos “la radio”. Aunque en algunos países iberoamericanos prefieren denominar “el radio” porque toman como referencia el “radiorreceptor”. Esta es la primera singularidad de este fenómeno, que se puede denominar indistintamente y, en ambos casos con toda corrección, como “el” o “la” radio. Lo que cada uno prefiera. Cuando abro los cajones que tiene el armario de los recuerdos, me veo de niño sentado en una banqueta en la cocina de mi casa de La Coruña, oyendo novelas interpretadas por actores con magnífica voz y algún programa humorístico de Pepe Iglesias el Zorro. En uno de esos días, cuando tenía catorce años de edad sentí fuertes escalofríos que revelaban un alto grado de fiebre que me llevo durante tres meses a la cama en la única enfermedad relativamente seria que tuve en mi vida. Bastantes años más tarde, y me lo recordó el otro día Juan Pablo Comenarejo en el programa de Carlos Herrera, todos los domingos por la noche pasaba momentos de melancolía que me provocaba la canción Luna de Miel de Gloria Lasso con la que José Luis Graci abría su programa sobre cine en la desaparecida Antena 3 radio. Nunca averigüé la razón por la que es canción me producía tanta tristeza. Pero lo cierto es que sabía que la iba a padecer y aun así me acurrucaba en la cama y escuchaba la melodía. Andando el tiempo, la radio se convirtió en un referente en el para mí tan querido mundo del deporte y especialmente del fútbol. En los viajes de fin de semana, negociaba con tres mis hijas pequeñas que si permitían que oyese Carrusel Deportivo, entonces dirigido por Vicente Marco, el resto del viaje poníamos lo que ellas quisiesen. Y por las noches, al igual que muchos españoles, me dormía oyendo a José María García, un verdadero pionero de la radio deportiva. Y como aunque cumplamos años apenas cambiamos, todavía hoy sigo con el radiorreceptor y la radiodifusión como inseparables compañeros: me duermo y me despierto con ellos. Entro en el estado de suspensión de la consciencia oyendo el Partidazo de las doce y me despierto con Carlos Herrera, programas ambos de la COPE. Así que si, como dice el refrán, es de “bien nacidos ser agradecidos” me sumo gustoso a la celebración del día mundial de la radiodifusión expresando lo que me dicta el corazón: ¡Muchas gracias, radio! Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 12 feb, 2017