Cada día estoy más convencida de que el problema más grande que ha tenido el Gobierno con Cataluña ha sido la comunicación. Y lo digo por dos razones.
La primera se refiere a la comunicación exterior. He estado dos semanas en Londres haciendo un curso de inglés en The London School of English, un centro que recibe a profesionales, ejecutivos y gente trabajadora de todo el mundo. No ha habido un solo extranjero con el que haya comido, cenado o mantenido una pequeña conversación que no me haya preguntado por Cataluña. Solo interesaba Cataluña, desde Brasil a Thailandia, pasando por Japón, o la cercana Francia, Suiza o Turquía. Y todos me hacían preguntas en la misma dirección, la independencia y la actuación de las Fuerzas de Seguridad.
La segunda razón es el éxito indudable de mi paisana Inés Arrimadas que, a la vista de los datos del CIS, parece que va a hacer suyo el éxito de la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que en teoría debería de haber beneficiado al PP y a Mariano Rajoy.
Esa mayoría silenciosa, que realmente existe en Cataluña y de la que siempre ha hablado el Partido Popular, parece que le da la espalda y prefiere a la candidata de Ciudadanos. O ha decidido que su voto es más útil para reforzar la opción de Albert Rivera y ganarle la batalla a los independentistas.
Nadie puede negarle a Mariano Rajoy el éxito indudable de haber puesto fin al desafío independentista como tal, al haber despertado la conciencia de esa mayoría silenciosa que ahora, eso parece, va a salir a votar a los partidos constitucionalistas. Pero la realidad es que este éxito lo van a rentabilizar otros.
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