Hay lugares en los que nada más llegar o entrar se siente una sensación agradable, se está bien. Es lo que los orientales llaman “buen feng shui” (sheng chi o energía favorable). Algunos de ellos, además, nos llegan a emocionar. Pues eso, buen feng shui y un pelín de emoción, es lo que he sentido en la exposición “Tutankhamon: La tumba y sus tesoros”.
Se ha inaugurado en Madrid con la asistencia del embajador de Egipto, Omar Selim, y del arqueólogo Hamdi Zaki, ex Consejero de Turismo de Egipto en España y América Latina. En esta muestra se recrea el momento en el que el egiptólogo inglés Howard Carter halló en 1922 el sarcófago de Tutankamón, en el Valle de los Reyes, cerca de Luxor.
Hace 97 años, Carter andaba tras el descubrimiento de lo que luego fue considerado como el mayor tesoro del Antiguo Egipto. Por fin encontró una pared que parecía hueca, hizo un agujero en ella y metió la mano con una vela encendida. “¿Ves algo?” le preguntó su mecenas y acompañante, Lord Carnarvon, asombrado Carter balbuceó “Veo cosas maravillosas”.
Pues un millar de esas cosas maravillosas (en la tumba había unas 6.000), es decir sus réplicas, se exhiben en Madrid. Sarcófagos, ataúdes, máscaras, vasijas, figuras de animales y tronos tallados en oro colocados con esmero en 2.000 m² de exhibición.
Excelentes copias tan fidedignas que un amigo egipcio me comento socarrón “¿Y quien nos dice que algunas no son las originales?”. Sin embargo, alguien, que no había visto la exposición, me dijo displicente. “Bueno, no será para tanto. Al fin y al cabo son copias”. No opina igual un amigo chino que también ha visto los originales en el Museo Egipcio de El Cairo. En la cultura China no hay reparos en considerar como auténtica toda aquella antigüedad que se reconstruye en el mismo lugar, con los mismos materiales y basándose en los planos de la auténtica. Requisitos que se cumplen de sobra en esta exposición. “Y encima -apostilló con su acento de Shanghái- se ven mejor que en El Cairo”.
En la primera sala nos encontramos con paneles explicativos del acontecimiento que rememoramos con fotos de la época, algunas tomadas por el fotógrafo Harry Burton para el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y en las que utilizó flashes de luz eléctrica, algo poco usual por aquel entonces cuando lo normal era provocar un fogonazo con polvo de magnesio y clorato de potasio. Evidentemente todas eran en blanco y negro (la foto en color estaba entonces en pañales) aunque algunas se han coloreado.
Preside la estancia una estatua de Tutankamón de pie en granito negro sobre el fondo de una gran fotografía del Valle de los Reyes.
Esta sala da paso a tres cámaras funerarias: la Antecámara, la Cámara del Tesoro y la Cámara Funeraria propiamente dicha, que recrean la tumba tal y como la encontró Carter. Están en penumbra, simulando como las vio el descubridor, y se iluminan poco a poco cuando se acerca alguien gracias a detectores del movimiento. Efecto muy efectista, pero del que algunos visitantes se quejan porque no permite tomar buenas fotos.
Otro espacio contiene las capillas doradas que encerraban el cuerpo del faraón. Muy interesantes los tres ataúdes que, como muñecas rusas, encajan uno en el otro. El exterior, de oro, en su versión original pesa mil kilos. Aquí hay una copia de cobre recubierto de oro. El intermedio policromado y el interior, con bandas de oro con inscripciones de vidrio, ahí estaba la momia.
Y al fondo la máscara funeraria, uno de los objetos más reproducidos en el mundo, seña de identidad de Egipto. Hay que ser un experto muy experto para saber que es una copia. Tanto es así que, según cuenta Wolfgang Wettengel, director científico de la exposición, en el aeropuerto, antes de volar hacia España, la policía llamó al Museo de El Cairo para comprobar que la original seguía en su sitio.
Más adelante vemos estatuillas de menor tamaño de dioses de madera recubiertos de oro, vasos canopos de alabastro en los que se guardaban las vísceras, pequeños sarcófagos de las hijas del faraón (una murió a los cuatro meses de nacer y la otra no llegó a nacer) enterradas junto a su padre, y otros objetos.
Una gran exposición apta (y recomendable) para toda la familia, que ya estuvo en Madrid en 2010, pero que regresa ampliada y con una puesta en escena mucho más atractiva.
Tutankhamón: La tumba y sus tesoros
Del 23 de noviembre de 2019 al 19 de abril de 2020
Lugar: Espacio 5.1 de IFEMA, Feria de Madrid Avenida del Partenón, 5, 28042 Madrid
Horario: De martes a domingo de 10:00h a 21:30h.
La entrada se cierra una hora y media antes (20:00h.)
Lunes cerrado excepto festivos, puentes y períodos vacacionales.
Audioguías gratuitas en español, inglés, alemán y francés.
Precio: Entrada general (+13 años) a partir de 16€ / Niños de 4 a 12 años, a partir de 8€. Hasta 3 años, gratis. Precios especiales para familias (4 personas) y para grupos a partir de 15 personas..
Entradas a la venta aquí y en las taquillas de Espacio 5.1
Todas las imágenes de este reportaje han sido tomadas en la exposición de Madrid por PILAR ARCOS.
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