Hasta que alguna low cost (high penalty para mí) consiga que la ley les ampare para cobrar un exceso de “peso personal” (personal weight), es decir, que todos lo que pasemos en la báscula de los 70,2 kilos, que es el peso medio oficial de la población española mayor de 15 años, tengamos que abonar religiosamente a la aerolínea a tanto el gramo de más (¡ya no podremos volar los gordos!), hasta entonces, digo, lo que nos debe de preocupar es el exceso de equipaje muerto, el de las maletas. Pero como para todo, hay formas de controlarlo.
Un estudio norteamericano, que es el país donde se hacen más estudios (los mejores y los peores, los más interesantes y los más estúpidos), revela que los pasajeros de las diferentes líneas aéreas se dejaron cerca de 4 mil millones de dólares (más de 3 mil millones de euros) en concepto de exceso de equipaje el año pasado. Desconozco los datos en España, pero tampoco deben de ser nimios.
Precisamente hoy estoy preparando la maleta (bueno, en realidad la suelo tener preparada y solo reviso que haya la ropa necesaria según el clima de adonde voy, mudas en cantidad suficiente para mis intereses, y que no me haya caducado nada de lo perecedero. Me refiero a las medicinas, claro), y me doy cuenta de que cada vez viajo más ligero equipaje, como recomendaba Machado, don Antonio.
1. El continente
¿Será la mía la que los expertos denominan “maleta inteligente”? Pues si es por su pequeño tamaño, escaso peso y gran dureza, mi maleta es listísima (smart suitcase). Este es el primer truco: no cargar con una maleta que aún estando vacía pese mucho.
2. La selección
Una vez hecha la maleta, la vuelvo a revisar y voy deshaciéndome de objetos inútiles o que puedo conseguir fácilmente en el lugar de destino.
3. Duplicidades
Evitar duplicidades como dos cepillos de dientes (me consta que hay quien lo ha hecho), dos pares de zapatos parecidos, otro libro que nunca leeremos, un despertador si el móvil ya lo lleva…
4. La letra pequeña
Leerse atentamente las disposiciones oficiales de la compañía aérea. Suele ser un poco pesado pero efectivo. Ver cual es el peso máximo autorizado sin llegar a pagar exceso, si admiten una sola maleta grande con todo, o dividir el equipaje entre dos maletas más pequeñas.
5. Los beneficios
Comprobar que si teniendo la tarjeta “viajero frecuente”, o simplemente la de crédito de esa aerolínea hay algún beneficio a la hora de facturar. Mejor antes que después de comprar el billete, pues de ello puede que dependa que cambiemos de opción.
6. El equipaje de mano
Mucho cuidado con las dimensiones (y el peso) también de su equipaje de mano (sobre todo en las low cost – high penalty) para evitar sorpresas justo antes de entrar al avión, cuando ya no hay solución.
7. El equipaje no acompañado
Estudie (para pagar menos hay que estudiar mucho) las tarifas de exceso de equipaje en su compañía concreta y compárelas con las de equipaje facturado no acompañado, a lo mejor le conviene más facturar con antelación una pequeña maleta que viaje sola y recogerla en el aeropuerto de destino.
8. La vuelta
Si en la bañera de su hotel hay báscula, utilícela para pesar el equipaje de vuelta. Muchas veces unas botellas de vino Lambrusco (que todavía hay que facturar como cualquier líquido), un bonito pero pesadísimo candelabro de bronce que compramos compulsivamente en el zoco, o un guerrero masai a tamaño casi natural y de falsa caoba, agregan significativamente peso a la maleta que a la ida iba “casi vacía” y es preferible que se nos olviden a última hora.
Al final hay que hacer caso a Machado, don Antonio, y viajar lo más “ligeros de equipaje” posible, pero no “casi desnudos, como los hijos de la mar,” que entonces la sanción sería por escándalo público.