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La montaña de las chocolatinas

La montaña de las chocolatinas
F. Pastrano el

Estamos cenando en el restaurante del hotel Beau Site de Zermatt y el jefe de sala nos informa de que el Matterhorn se deja ver en estos momentos. No lo dudamos y salimos corriendo. Yo subo a mi habitación, la 510, y desde su espléndido balcón con geranios rojos lo puedo ver en su plenitud.
Durante todo el día ha estado cubierto por las nubes, pero aquí, en los Alpes suizos del Valais los cambios de clima son rápidos y bastante imprevisibles. Con las últimas luces del día, que la cámara capta mejor que el ojo humano, el pueblo de Zermatt aparece como un nacimiento con las luces encendidas. Las montañas más próximas están ya en la penumbra, pero el Matterhorn surge en el horizonte como una aguja que se eleva hacia un cielo por fin despejado. Solo falta el Portal de Belén y la estrella de los Reyes Magos.
Esta hipnótica montaña está considerada por muchos como una de las tres más bellas del mundo. No me extraña. Las otras son el K2 (frío nombre mucho más bonito en chino: Qiaogeli Feng) en los Himalayas y el Alpamayo (Río Turbio) en los Andes peruanos.
En alemán, idioma mayoritario del cantón del Valais, Matte significa “Prado” y Horn “Cuerno”. El Cuerno del Prado se nos presenta así con sus cerca de 4.500 metros (una de las cumbres más altas de los Alpes) con toda la belleza de su estructura piramidal, cortante, una silueta fácilmente reconocible, amenazante y cautivadora a partes iguales.

Estamos junto a la frontera con Suiza, allí lo llaman Monte Cervino, del latín “silvino”, que significa “boscoso”. Y desde su origen está envuelto en leyendas. Al parecer, hace 200 millones de años se fraccionó de forma violenta el supercontinente Pangea dando lugar a Laurasia (hoy Eurasia) y Gondwana (África). Pues el Matterhorn quedó en la parte africana, y con el devenir de los milenios fue arrastrado hasta donde está hoy. ¡Quién lo diría!
A un paso, está el puerto de San Bernardo con el famoso hospicio donde aún siguen criando perros de rescate de la raza san bernardo, claro. Y no lejos está la abadía benedictina en la que Umberto Eco sitúa la acción de “El nombre de la rosa”. Pero aún hay más misterios.
Imponía tanto respeto que el Cuerno del Prado fue la última de las principales montañas de los Alpes en ser escalada. Se coronó por primera vez en 1865, aunque la hazaña estuvo acompañada por la tragedia. Al bajar, uno de los siete montañeros de la cordada resbaló arrastrando a sus compañeros. Insospechadamente, la cuerda se rompió y solo se despeñaron cuatro alpinistas, que murieron.
Hoy la silueta del enigmático Cuerno del Prado es todo un símbolo, un icono comercial, y forma parte de muchos logotipos, entre ellos el de Turismo de Zermatt, por supuesto, pasando por una atracción de Disneyland (California), y sobre todo adorna e identifica los envoltorios de los conocidísimos chocolates Toblerone, cuyas onzas triangulares también recuerdan a tan singular montaña.

Pies de fotos:
Foto de apertura: El pico Matterhorn y el pueblo de Zermatt
Sobre estas líneas: El Matterhorn a través de una de las ventanillas del tren cremallera que sube a Gornergrat
Autor: Pilar Arcos

Europa

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