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La novia blanca del mar

Ideado para los aristócratas de Alfonso XIII, frecuentado por políticos, diplomáticos, empresarios y artistas, el Hotel Real de Santander cumple 105 años

La novia blanca del mar
Sobre la Playa de los Peligros, La Gran Dama Blanca, la Casa-Palacio El Promontorio y edificios modernos del barrio de Alto Miranda // P. ARCOS
F. Pastrano el

 

A Santander se puede llegar de varias maneras, las más habituales son por la autovía S-10, por el aeropuerto Seve Ballesteros, o por mar. De hacerlo en barco lo primeo que veremos al entrar en la bahía es el islote de La Corbera con el Faro de Mouro, luego la península de La Magdalena y su palacio, y dominando la ciudad, la Gran Dama Blanca.… un edificio muy pinturero, blanco con tejados grises, escoltado por la Casa-Palacio El Promontorio y algunos edificios modernos del residencial barrio de Alto Miranda.

Hotel Real de Santander, “La Gran Dama Blanca” // P. ARCOS

Se trata del Hotel Real, o simplemente “El Real”, propiedad de la familia Botín y gestionado por Hotusa bajo la cadena Eurostars. Desde sus balcones o sus ventanas abuhardilladas se ve el magnífico jardín donde crecen palmeras canarias y más de 80 tipos de rosas, la entrada a la bahía, las dunas y la playa del Puntal. Más al fondo, Pedreña y el estuario del Miera. Una placa colocada en 2017 junto a recepción lo resume: “Cien años coronando la Bahía de Santander”.
El color blanco resplandeciente de su fachada fue el culpable de que el torero Ignacio Sánchez Mejías (llorado por García Lorca “a las cinco de la tarde”, escritor, actor, automovilista, jugador de polo, presidente del Betis… vividor) lo llamase “La Gran Dama Blanca”.

Porche en la entrada del hotel // P. ARCOS

Inspirado en el estilo popularizado por el rey francés Luis XVI, el arquitecto santanderino Javier González de Riancho proyectó un moderno edificio basado en “la norma del Hotel Palace de Madrid y el Reina María Cristina de San Sebastián”, al que llamaría “Hotel Reina Victoria”, según dijo el propio arquitecto en sus memorias. Las obras solo duraron 15 meses y el rey quedó tan complacido que él mismo lo bautizó definitivamente como Hotel Real.
Huyendo de los calores estivales de Madrid, Alfonso XIII y su esposa, la británica Victoria Eugenia de Battenberg, veranearon en Santander desde 1913 hasta 1930. El municipio de Santander había construido para la Familia Real el Palacio de la Magdalena. Eran tiempos en los que se empezaban a poner de moda los “baños de ola” en Biarritz e incluso San Sebastián, y pronto la playa de El Sardinero entró en competición con la Grande Plage y La Concha.
Al socaire de la realeza empezaron a llegar destacadas personalidades a la capital cántabra, a su nuevo Gran Casino, al moderno Hipódromo de Bellavista, a la recién construida Campa de la Magdalena, nombre de un flamante campo de polo… pero faltaba lo principal, un hotel a la altura de los visitantes de alcurnia.

Los jardines del Hotel Real y la Bahía de Santander desde el balcón de la habitación 206 // P. ARCOS

Consciente de la situación, en 1915 el propio rey encargó a Emilio Botín López, Presidente del Banco de Santander, que se ocupase de la construcción de un alojamiento de categoría del estilo de los madrileños Ritz o Palace. Un año después ya estaba en marcha la Hotel Real S.A. y el 12 de julio de 1917 se inauguraba oficialmente el flamante establecimiento, a pesar de que solo se habían terminado de amueblar dos de sus cinco pisos.
Desde entonces al Real acudieron nobles europeos, políticos, diplomáticos, empresarios, incluso escritores, actores y músicos. Uno de ellos, el cantante Jorge Sepúlveda, al día siguiente de una actuación en el propio hotel, desde uno de sus balcones escribió la letra del bolero “Santander” (“Santander, eres novia del mar…”) que fue uno de sus mayores éxitos. Corría el año 1946.

Habitación 206 del Hotel Real de Santander // P. ARCOS

Afortunado edificio, aunque cerró durante la Guerra Civil no sufrió daños en los bombardeos y tampoco fue afectado por el pavoroso incendio de 1941, que arrasó buena parte del casco antiguo y destruyó las viviendas de unas 10.000 personas.
A lo largo de estos 105 años, ha sufrido varias reformas que siempre han respetado su esencia original. La más importante fue la llevada a cabo por Eurostars en 2013. Desde entonces el contrato de gestión y explotación está en manos de la cadena Hotusa, que lo ha integrado dentro de su gama más alta. Su nombre oficial es Eurostars Hotel Real 5GL, con una categoría de cinco estrellas gran lujo, único en su tipo en Santander.

Trampantojo en uno de los pasillos del Hotel Real // P: ARCOS

Dispone de 123 habitaciones todas exteriores y nueve suites, con mobiliario original en muchos casos. La principal, la Suite Real, es un duplex de 100 m² que se encuentra bajo la cúpula del hotel y dispone de un amplio ventanal semicircular sobre la bahía.
Al mobiliario de época, en las habitaciones se añaden tocadores vintage, elegantes tapizados, lámparas y apliques restaurados, y practiquísimos galanes de noche de madera, nombre con el que se conocen a los percheros de pie, tan retros como útiles, en los que se cuelga la ropa que nos pondremos a la mañana siguiente.

Antiguo ascensor junto a la Recepción // P. ARCOS

En las zonas compartidas, suelos de mármol ajedrezado, escaleras de mármol venato (jaspeado de Carrara), antiguos relojes de pared en perfecto funcionamiento y, sobre todo, un interesantísimo ascensor con el interior de madera y una butaca tapizada que me recuerda a otros de la época, especialmente al del hotel Infante Sagrés de Oporto. Elevador que solo funciona si se cierran bien sus dos puertas interiores. Aunque el que no quiera utilizar este artilugio vetusto pero seguro, con curiosas puertas de espejos, tiene a su disposición otros dos modernos y asépticos ascensores metálicos.
La última vez que estuvimos en El Real, en su alargado vestíbulo estaba instalada una exposición de bustos escultóricos del sevillano Joaquín González. Y en la balaustrada del jardín, una menina poliédrica azul, superviviente de una exposición anterior del escultor de origen cántabro Felipe García-Bañón Sanz-Briz, conocido con el nombre artístico de Felipao.

Planta baja del Hotel Real, ocupada por el restaurante El Puntal // P. ARCOS

El Puntal es el nombre del restaurante del hotel y está a su nivel. Manteles de lino, vitrinas con vajillas de plata, lamparas con tulipas en el techo, apliques a juego en la pared. Allí su chef, Felipe Jiménez Tolsada, ofrece una cocina tradicional cántabra puesta al día (quesos de los Valles Pasiegos al horno), con algunas concesiones a platos internacionales, especialmente vasco-franceses (salmón marinado al eneldo y naranja con crema agria y encurtidos), porque la clientela es muy cosmopolita. Y una carta de vinos con casi 200 referencias desde un champán Laurent Perrier Blanc de Blancs, a un Rioja Lindes de Remelluri.

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