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El Quito más “pelucón”

El Quito más “pelucón”
F. Pastrano el

Junto al Quito tradicional fundado por los españoles hace 480 años, primera ciudad en ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (1978), y una de las 21 finalistas en el certamen Siete Ciudades Maravilla del Mundo, existe un Quito moderno, “cool”, al que allí llaman “pelucón”.

En el siglo XIX los pelucones eran los que utilizaban pelucas para emular a la antigua aristocracia, los rancios de la burguesía ecuatoriana, los cursis. Hoy, aunque vayan con el pelo rapado, los pelucones son los pijos de la ciudad y tienen su feudo en el barrio de Cumbayá, aunque a ellos les gusta llamarlo “Cumbayork”, mira oye tú. Ya sea en “Viena” (Vien al Norte), en Sur-ich (al Sur ¡oich!), o en Small Ville (Llano Chico), que es como si en Madrid llamásemos a mi barrio de Peña Grande “Big Rock”.

En Cumbayork, o sea Cumbayá, viven los pelucones, igual que en el Coyoacán en México DF, viven los “fresitas” (pijos en mexicano). En Coyoacán, una zona bohemia e intelectual, se encuentra la casa-museo de Frida Kahlo y Diego Rivera. En Cumbayá, la de Oswaldo Guayasamín, también gran muralista como el panzón mexicano. Lugares gemelos en la distancia, albergue ambos de la modernidad y de nuevos estilos de vida.
Barrio o pueblito anexionado a la capital del Ecuador, se encuentra al este de Quito, en el valle de Tumbaco, a una altitud de unos 2.200 m., es decir 600 metros más abajo que la ciudad histórica, lo que la hace más cómoda y que su clima sea más cálido, 4 ó 5 grados por término medio.
Dicen los informes oficiales, que el 30% de los habitantes de Cumbayá ganan más de 10.000 dólares mensuales (la moneda nacional en el Ecuador es el dólar estadounidense, me parece muy bien, ¿para qué se van a andar con bobadas?) una barbaridad teniendo en cuenta que el sueldo medio en el país no sobrepasa los 400 $.
En 20 minutos, atravesando en túnel Guayasamín, el más largo del Ecuador con 1,5 km. de longitud, nos plantamos en Cumbayork. Su eje central es El Parque, una plaza ajardinada, con su fuente y sus palmeras, muy coqueta.

Daniel Espinosa y Fernanda Ponce en Pentasiete Art Studio. Foto: Pilar Arcos

En el km. 11,5 de la Av. Interoceánica, junto al centro comercial Scala Shopping, nos encontramos con el Pentasiete Art Studio, una original iniciativa de tres jóvenes quiteños: Fernanda Ponce (Fer Ponce), Daniel Espinosa y Carolina Eguiguren. Fernanda es prima de Daniel, y éste es pareja de Carolina. Todo queda en casa. Los tres construyeron en 2011 este espacio alternativo de exhibición y venta de arte, donde se forman y promocionan artistas noveles, se potencia a los emergentes, como ellos mismos, y se consolidan otros de reconocida trayectoria. Ocupa un amplio edificio, antigua fábrica de tejidos rehabilitada, con paredes de 6 m. de altura donde cuelgan obras de todo tipo en busca de comprador.

Juan José Ruiz en Z Lifestyle Gallery. Foto: Pilar Arcos

No muy lejos, “a 200 metros de la iglesia en dirección a la cervecería por el camino viejo” (esto sí que es precisión) está la Z Lifestyle Gallery, un lugar diferente. Una casita baja, pintada con vivos colores entre los que predomina el amarillo, y que desde fuera no aparenta lo que es. La revista Casas la ha descrito como “un collage creativo que atrapa”. Un nuevo concepto de galería de arte, que renueva cada tres meses su oferta de cuadros, esculturas, muebles, moda, fotos, collages, artículos gastronómicos… Piezas únicas al alcance de muchos bolsillos gracias al espíritu emprendedor de Juan José Ruiz, que también restaura todo tipo de objetos vintage.

Thelab, taller-laboratorio de perfumes. Foto: Pilar Arcos

Volviendo a las inmediaciones de El Parque (Manabí E2-81 y García Moreno), entramos en Thelab, que pese a lo que su nombre nos podría indicar no es una tetería, sino un taller-laboratorio de perfumes. Aquí el cliente es el que manda y ordena su perfume personalizado. Telémaco Suárez y su equipo, partiendo de esencias importadas de Francia y alcohol nacional crean sus propias fragancias. Hay quien llega con un frasco de un perfume de marca y pide uno igual, pero menos intenso, o más seco. La diferencia final es que un frasco de 50 ml en Thelab cuesta unos 25 dólares, mientras que el importado no baja de los 100.
El éxito es tal que en solo dos años ya han creado una franquicia con nueve locales repartidos por todo el país.

El chef Eric Dreyer en la puerta de su restaurante, Ciré. Foto: Pilar Arcos

Y justo de enfrente de los perfumes, nos llega un grato olorcillo procedente del restaurante Ciré, uno de los mejores de Cumbayá y posiblemente de todo Quito. El llamativo color morado de su fachada da paso a un personalísimo diseño interior que se deja ver a través de las amplias ventanas. Y es que María Gabriela Crespo, pareja del chef Eric Dreyer, es una reconocida diseñadora de interiores y aquí ha dado rienda suelta a su creatividad. Tres plantas magníficamente decoradas en las que podemos degustar en el interior o en la terraza abalconada del primer piso una cocina internacional tirando a europea de temporada (la carta se cambia cada cuatro meses) con productos de primera calidad y mucho mimo en los fogones.
La canilla (pierna) de cordero con puré y tomates al horno es una de sus especialidades. También el pato con cuscús o en raviolis, y el pescado del día (algunos, como el chiri, se los traen desde el Perú) a la parrilla. Sin olvidar los entrantes para el picoteo, especialmente el pulpo a la parrilla que se anuncia en la carta (y puedo dar fe de su autenticidad)  “con pimentón de la Vera” y se acerca mucho al pulpo a feira gallego. Y es que el padre de Eric es español y él mismo, que ha vivido largas temporadas en España, fue chef en el Agappe del barcelonés barrio de Gracia.

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