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Phil vio su sombra

Phil vio su sombra
Marisa Gallero el

 

Phil vio su sombra, Puigdemont como Peter Pan la perdió. Como predijo la famosa marmota de Punxsutawney el invierno se alargará seis semanas más, que falta nos hace. El mismo 2 de febrero también quedó claro que Carles no piensa poner un pie en Cataluña. Las 155 monedas de plata que le hubieran convertido en un traidor a los ojos de Gabriel Rufián se han transformado en 4.400 euros al mes en una mansión para sentirse desterrado y no un fugitivo. Como satiriza el diario «Le Soir» con un irreconocible Mariano Rajoy: «Esto solo es el principio, después viene Santa Elena».

Parece que quiere hacer suya la estrofa de Waterloo del grupo Abba, «My, my, at Waterloo Napoleon did surrender… I feel like I win when I lose… Couldn’t escape if I wanted to». No puede escapar aunque quisiera. El perdedor sale ganando. Oriol Junqueras, castigado 15 días sin patio, suma días en unos cuatro metros cuadrados de su celda de Estremera, con mesa, armario, baño y dos literas, mientras El Legítimo, escoltado por su particular mosso d´Esquadra, se pasea por una vivienda de más de 500 metros cuadrados, con seis dormitorios, sauna y un amplio jardín. Las comparaciones son odiosas y más cuando has reconocido en la intimidad que el «procès» ha terminado.

El líder de ERC le ha enviado una dosis letal de arsénico al admitir que lo lógico sería combinar «una presidencia legítima, aunque simbólica, con una ejecutiva». Igual de simbólica que la República instaurada durante 15 segundos el 27-O de la que todos reniegan ante el juez Pablo Llarena. La épica del independentismo necesita un doble lenguaje. Su mandato es divino. Y aunque su liturgia responde a sus propias leyes, cada vez tienen más presente la causa abierta en el Tribunal Supremo. El más directo es Joan Tardá, el cuarto diputado que más falta en el Congreso: «Si hay que sacrificar al presidente Puigdemont, tendremos que sacrificarlo». Sabe de sobra que disponer de un gobierno permite «recuperar las instituciones para tener poder». No vaya a triunfar el «plan de Moncloa».

En estas intrigas subterráneas se olvidan de Cataluña, que hiberna en un profundo sueño con retazos de pesadilla. Ni se sabe si se convoca una nueva investidura o se repiten elecciones. Lo razonable para Miquel Iceta es que las fuerzas independentistas propongan otro candidato. Ninguna otra idea. Incluso le adelanta Xavier Domènech cuando reivindica de nuevo el autogobierno como prioridad. Tampoco parece que Inés Arrimadas ganase las elecciones perdida con la aritmética. Ninguna propuesta. El PP ni está ni se le espera. Lo han fiado todo al 155 y en presionar a Ciudadanos.

La sensación es que seguimos atrapados en el tiempo sin conocer la combinación exacta para que el despertador no marque de nuevo el mismo día a las 6:00 de la mañana.

 

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Marisa Gallero el

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