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Pakistán y la India, condenadas a entenderse

Pakistán y la India, condenadas a entenderse
Jorge Cachinero el

El estado de las relaciones actuales entre Pakistán y la India es de impasse estratégico o de mantenimiento del statu quo, a la expectativa del resultado de sus próximos procesos electorales.

El hecho de que Pakistán y la India sean potencias nucleares ha terminado por generar efectos positivos, dado que ambos países han sabido acomodarse a una estabilidad estratégica compartida fruto de la posesión de este tipo de armamento.

Los dos países tienen armas nucleares, cuentan con la capacidad de infligir un segundo golpe, second strike, inglés, a su vecino, en el caso, no deseado, de que se desatara una guerra nuclear entre ellos, y han realizado, por igual, un despliegue de dichos sistemas por tierra, por mar y por aire.

En definitiva, una guerra entre Pakistán y la India no es previsible.

No obstante, la región de Cachemira sigue siendo un asunto de fricción entre la India y Pakistán, quienes, desde 1947, fecha de sus independencias respectivas de la Gran Bretaña, mantienen un conflicto por el control de esa área de mayoría musulmana, situada en el extremo norte de India.

Cachemira.

En aquel año, el maharajá de Cachemira, Singh, firmó un acuerdo con Pakistán, que permitía a los ciudadanos de la región seguir viajando y comerciando con el nuevo país independiente.

Sin embargo, la India no firmó un tratado similar con esa demarcación.

El gobierno de Pakistán presionó a Cachemira para anexionársela, los rebeldes pro-paquistaníes, financiados por Pakistán, se apoderaron de gran parte del oeste de Cachemira y, en septiembre de 1947, miembros de la tribu pastún cruzaron la frontera desde Pakistán hacia Cachemira.

Singh pidió ayuda a India para evitar la invasión, India respondió que, para obtener ayuda militar, Cachemira tendría que adherirse a India y ésta optó por formar parte del Domino de la India, mediante el llamado Instrumento de Adhesión, que Singh aceptó y firmó en octubre de 1947.

Más tarde, la Constitución india otorgó a Cachemira un estatus especial, que garantizaba su independencia en todos los ámbitos, excepto en comunicaciones, en asuntos exteriores y en defensa, aunque, posteriormente, fuera revocado por el gobierno indio en agosto de 2019.

En la actualidad, la India estima que no quedan muchos separatistas en el valle de Cachemira y que su movimiento independentista está prácticamente muerto.

Mirwaiz Mohammad Umar, el líder local de esta corriente, se encuentra en arresto domiciliario, desde que, en 2019, el gobierno de la India revocara el artículo 370, que había sido el fundamento legal de la relación compleja de Cachemira con la India durante 70 años, aunque se espera que termine jugando un rol político destacado en el futuro.

Nueva Delhi siempre ha estado muy preocupada con el terrorismo, en general, y con el que esta disputa, en particular, ha creado también dentro del país.

La política india de fuerza frente a los focos de violencia en aquella región ha funcionado porque la presencia militante de independentistas y de terroristas, “los chicos que vienen de cruzar la frontera [de Pakistán]”, como los denomina la Inteligencia de la India, se ha calmado.

Pakistán cree que el conflicto en Cachemira es el principal obstáculo en sus relaciones bilaterales con la India y, mientras no se resuelva, seguirá siendo un peligro para la paz entre ambos países.

Los terroristas no están muertos y no han desaparecido completamente de la escena, sino, más bien, están hibernando y no hay claridad en ninguna de las dos capitales sobre lo qué debe hacerse a continuación.

Pakistán celebrará elecciones generales en octubre de 2023, cuya gran incógnita es dilucidar si Nawaz Sharif, candidato de la Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz (PML-N), volverá al poder.

Nawaf Sharif.

En algunos estados de la India, por su parte, se realizarán elecciones decisivas, también, durante 2023, que anticiparán el resultado de las elecciones generales de mayo de 2024.

A pesar de los fuertes sentimientos nacionalistas dentro de la India y de Pakistán y de una hacia la otra, las relaciones indo-pakistaníes no suelen ser objeto, afortunadamente, de los debates que tienen lugar durante las campañas electorales en ninguno de los países.

En el caso específico de Pakistán, las elecciones de este año girarán en torno a los asuntos internos, que son los que más preocupan a sus ciudadanos, es decir, el estado de la economía y la calidad de su sistema democrático.

De forma llamativa, además, las Fuerzas Armadas de Pakistán, que siempre han tenido una influencia grande sobre la política nacional, han dado un paso atrás e, incluso, están siendo criticadas abiertamente, por primera vez desde la independencia.

Pakistán vive un momento de transformación y los próximos años serán de agitación y de inestabilidad y la economía nacional puede contraerse aún más.

En cualquier caso, los años 2023 y 2024 son una gran ocasión para que la democracia se refuerce en Pakistán.

Narendra Modi.

Asimismo, el futuro inmediato brindará la oportunidad para que la paz se abra paso entre estas dos naciones y ésta pueda convertirse en el gran legado del primer ministro indio, Narendra Modi.

Sin embargo, aún en ese escenario ideal, las relaciones entre la India y Pakistán, a pesar de que acaben siendo pacíficas y amistosas, nunca serán posibles como lo son las de los países de la Unión Europea (UE).

La clave reside en saber gestionar una vecindad compleja, para evitar la guerra y los conflictos transfronterizos, y de circunvalar las acritudes mutuas, a través del comercio y de unas relaciones económicas de horizonte profundo, sin prisas y sin presiones.

 

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