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Fricciones entre las repúblicas de Asia Central y Afganistán

Fricciones entre las repúblicas de Asia Central y Afganistán
Jorge Cachinero el

Las cinco repúblicas de Asia Central -Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán- se encuentran situadas al norte de Afganistán y tres de ellas, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, cuentan con una frontera compartida con Afganistán.

La población de las cinco repúblicas centroasiáticas suma 80 millones y está creciendo de manera muy rápida.

Uzbekistán es el país más poblado de los tres y es el que es capaz de ejercer más influencia sobre Afganistán porque es el territorio de paso natural entre el sur de Asia y Asia Central y, por lo tanto, la garantía de la conectividad asiática.

Tres de las cinco repúblicas centroasiáticas, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, son miembros de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), creada en mayo de 1992, y de la que, además, forman parte Armenia, Bielorrusia y Rusia.

Países miembros de la OTSC.

Tayikistán es, por lo tanto, el único país de la OTSC que hace frontera con Afganistán, es el más vulnerable de los tres países centroasiáticos que son fronterizos de éste y es el que hace frente a problemas más grandes de seguridad provenientes de su vecino meridional.

Cuatro de las cinco repúblicas centroasiáticas, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, son socios fundadores de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), fundada en mayo de 2001, junto a China y a Rusia, y de la que, también, son miembros de pleno derecho, India y Pakistán.

Desde su independencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), entre agosto y diciembre de 1991, fecha esta última de la disolución de la URSS, las cinco repúblicas centroasiáticas han tenido que ocuparse de gestionar los retos que, para ellas, se han originado desde Afganistán a lo largo de los últimos 30 años.

La paz en Afganistán es un interés común y crítico para todas ellas y, por ello, todas son participantes activos en asegurar la estabilidad afgana, ya que, de su mantenimiento, dependen intereses económicos, políticos y de seguridad de su máxima prioridad.

La exigencia de mantener abiertas las rutas hacia el sur del continente asiático, de manera específica, hacia el Océano Índico, sobresale por encima de todas las demás.

Las repúblicas centroasiáticas, de manera especial, las tres que son fronterizas con Afganistán, sólo podrán materializar en plenitud sus oportunidades económicas, si su vecino mantiene la paz y la estabilidad.

Para ello, todas ellas confían en que este interés por mantener abiertas las conexiones y los corredores de transporte y de comercio, entre el norte y el sur de Asia, sea compartido por el nuevo gobierno del Talibán.

Incluso Kazajistán y Kirguistán, que están más interesadas en los corredores que conectan a China con Europa, de este a oeste, ven, también, los beneficios que, para ellas, puedan tener el que esos corredores norte-sur funcionen, sin alteraciones por problemas de inseguridad generados por la situación interna en Afganistán.

Corredores ferroviarios entre China y Europa.

En definitiva, Afganistán es una encrucijada vital para Asia.

Sin embargo, algunos proyectos claves de transporte para esa región, como es, por ejemplo, el ferrocarril entre Kabul y Peshawar, en Pakistán, no están haciéndose realidad.

La llegada, de nuevo, del Talibán al poder en Afganistán, en septiembre de 2021, ha aumentado las preocupaciones de las repúblicas centroasiáticas en torno a la seguridad, el terrorismo y el flujo de inmigrantes y de drogas en la zona.

Por el momento, estas repúblicas están replicando la política rusa de paciencia estratégica hacia el gobierno de Kabul y confían que éste sepa estabilizar la situación.

Con ese entendimiento no escrito es con el que las cinco repúblicas centroasiáticas están manteniendo, todavía, la interlocución con el Talibán.

Entre todas ellas, el caso de Tayikistán es singular porque, de sus 10 millones de habitantes, la mayoría pertenecen a la etnia de los tayikos, que tiene, además, en la vecina Afganistán, otros 15 millones.

Esta realidad sociodemográfica hace que Tayikistán esté más involucrada en los asuntos políticos internos afganos, ya que, por razones obvias, los riesgos y la vulnerabilidad para ella son mayores que para el resto de sus vecinos regionales.

Todo esto está sucediendo mientras Tayikistán se encuentra inmersa en un cambio generacional delicado de sus dirigentes políticos.

El colapso de Afganistán en el verano de 2021 fue un choque para Tayikistán, agravado por el rol tan importante que los pastunes están cobrando en la gestión de la política afgana, ya que el 40% de la población de Afganistán es de origen tayiko y se siente amenazada por el poder creciente que están adquiriendo los pastunes en ese país.

Además, el grupo terrorista islámico, Tehrik-e Taliban Tajikistan (TTT), está operando tanto en Tayikistán como en Afganistán y alarma a las autoridades de Dushanbe porque representa una amenaza clara y presente a la seguridad del país.

Tehrik-e Taliban Tajikistan (TTT).

Dado que la mayoría de la población tayika es contraria al Talibán, esta actividad del TTT a ambos lados de la frontera tayika-afgana ha permitido al gobierno de Afganistán acusar al ejecutivo de Tayikistán de interferencia en la política interna afgana.

De hecho, el Talibán ha amenazado a Tayikistán con una invasión de su territorio en términos poco confusos, al declarar que, “sin Rusia, podríamos invadir y conquistar Tayikistán en una semana”.

Como empieza a ocurrirle a Rusia con el Talibán, la política de paciencia estratégica puede que no sea suficiente para que las repúblicas centroasiáticas, especialmente, las que son fronterizas de Afganistán, controlen los problemas que vienen de ese país.

 

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