Gaza, pausa a través de la fuerza

NB: Este artículo fue publicado anteriormente en El Economista.

El ataque del grupo terrorista Hamás contra el sur de Israel el 7 de octubre de 2023, en el que fallecieron 1.219 personas, fue el pogromo más atroz sufrido por el pueblo judío tras el Holocausto.

Otros 251 ciudadanos, la mayoría israelíes, fueron secuestrados y llevados a los túneles que ese grupo lleva años construyendo en la Franja de Gaza, gracias a la ayuda humanitaria de la Organización de las Naciones Unidas y de parte de la comunidad internacional.

Las incógnitas que quedan por dilucidar de lo sucedido aquel día son dos, ya que la repulsión por aquel acto no es compartida solo por los antisemitas de toda laya y condición alrededor del mundo.

La primera de aquellas es la razón del fracaso de la dirigencia política y militar israelí al no haber tomado en consideración el informe en el que la Inteligencia militar adelantó dicha acción de Hamás.

Una suboficial israelí, cuyo nombre de pila comienza por la letra V, destinada en la Unidad 8 200, la Unidad Central de Recopilación, de la división de Inteligencia militar, llamada Aman, de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), envió a sus superiores en 2022 un correo de alerta.

V adjuntó a esa comunicación una presentación titulada “Muralla de Jericó”, que, al parecer, fue compartida con “mandos superiores” de Aman.

La segunda duda es saber si Hamás realizó aquel acto de barbarie para descarrilar lo que parecía entonces un inminente Acuerdo de Abraham entre el Reino de Arabia Saudí y el Estado de Israel por orden de Irán o actuó autónomamente, como arguyó Teherán.

Desde entonces, Israel bombardeó Irán en tres ocasiones, una, en conjunción con Estados Unidos (EE. UU.), dañó seriamente los grupos terroristas de Hizbolá en el Líbano y de los hutíes en Yemen, bombardeó Catar y Hamás es hoy un grupo militarmente disfuncional.

El eje de la resistencia creado, financiado y entrenado por Teherán para rodear y acosar a Israel desde un círculo de fuego está roto.

Un plan de paz propiciado por Donald J. Trump (DJT), presidente de EE. UU., fue firmado por sus homólogos de Egipto, el-Sisi, y de Turquía, Erdogan, y por el Emir de Catar, Al Thani, en Sharm El-Sheikh, Egipto, el 13 de octubre de 2025.

Esta realidad nueva había sido presentada a los representantes de Hamás como un diktat, que no podían más que aceptarlo o rechazarlo en un período máximo de cuatro días.

Al final, Hamás lo consistió creyendo que así le arrebataría a Israel la legitimidad en caso de que volviera a atacarles en la Franja.

Sin embargo, Hamás tiene la doble obligación de entregar a todos los ciudadanos, vivos o muertos, que secuestró y de desarmarse porque, sin estos cumplimientos, podría encontrarse ante el capítulo último de su existencia precaria como organización.

Este acuerdo tiene sus orígenes en otro, respaldado sin éxito por EE. UU., Egipto y Catar, en enero de 2024, que, en septiembre de 2025, tras la llegada de DJT al poder, se transformó en un plan de 21 puntos, tras las negociaciones de este con diversos países árabes.

Por último, Israel dio su visto bueno a este documento, que quedó conformado por 20 elementos, una vez que el gobierno de Benjamin Netanyahu suprimiera la promesa de que Israel no volvería a bombardear Catar.

Esta pausa llegó, sin duda, a través de la fuerza, como pretendían DJT y el gobierno de Israel, y consta de tres fases, de las que la primera es la única que está definida, en anticipo de una paz que todavía está por ser alcanzada.

La etapa inicial consiste en la entrega por parte de Hamás de los 20 secuestrados israelíes que se mantenían con vida, ya realizada, y de 28 cadáveres de israelíes, de los que el grupo terrorista solo ha entregado 15.

A cambio, Israel liberó a 1.968 prisioneros palestinos, muchos de ellos condenados por crímenes de sangre.

Está por ver si esta primera fase culminará con éxito para poder abordar las dos siguientes, sin detallar, que abordarían la reconstrucción y el restablecimiento de los servicios humanitarios plenos en la Franja y la definición de una solución durable al conflicto.

Ninguno de estos dos pasos siguientes ha sido definido realmente, ni discutido entre las partes rigurosamente, a pesar del ruido mediático que ha rodeado el primer movimiento, imprescindible, por otra parte, de liberación de secuestrados vivos y muertos.

Los derrotados de este enfrentamiento son dos.

Hamás ha perdido en torno a 25.000 de sus guerrilleros y, ahora que está debilitado, optó por el salvajismo contra los grupos y contra las familias gazatíes que se están atreviendo a disputarle el poder tiránico que ha ejercido durante años.

Los defensores de soluciones como la de “desde el río hasta el mar”, es decir, el eufemismo que canturrean en todo el mundo los que quieren abolir el Estado de Israel, o, incluso, como la de los dos Estados fracasaron.

El sentimiento en favor de la creación de un estado palestino que conviva en paz junto al de Israel ha desaparecido de una sociedad israelí que lleva desde 1948 comprobando de la peor forma posible que no hay voluntad de que este sueño se pueda cumplir con seguridad.

El regusto repugnante que dejan estos dos años pasados es el del incremento del antisemitismo en el mundo, que, en esta ocasión, no está siendo espoleado por el fascismo, como en los años 30 del siglo pasado, sino por la extrema izquierda y por el wokismo.