Egipto y el nuevo equilibro de poder en el Próximo Oriente

El gobierno de Egipto está persuadido de que el Próximo Oriente vive un proceso de realineamiento regional, como se pone de manifiesto a través de:

• un mejor entendimiento entre los países árabes, quienes han dejado atrás los problemas que mantenían con Qatar, debido a su cercanía con Irán,
• la resolución de los conflictos y, por lo tanto, la mejora en las relaciones entre las naciones árabes con Turquía,
• el acercamiento entre Irán y Arabia Saudí, tras el acuerdo, propiciado por China y anunciado en Pekín, el 10 de marzo de 2023, para que Arabia Saudí e Irán restablezcan relaciones diplomáticas, lo que presagia que el apaciguamiento de la rivalidad entre las dos potencias regionales camina en la dirección correcta,
• el surgimiento de un agrupamiento entre Irak, Jordania y Egipto, en lo que podría ser el alumbramiento de un Levante nuevo, y
• la firma de los Acuerdos Abraham y de sus tratados corolarios, a partir de septiembre de 2020.

A pesar de lo significativo de todo lo anterior, no se está produciendo, en estos momentos, en el Próximo Oriente un acontecimiento más transformador que el reencuentro diplomático entre Siria y sus vecinos regionales, más de diez años después del estallido de la guerra civil siria:

• Egipto y Siria están manteniendo contactos entre sus gobiernos, al más alto nivel posible, desde 2011, que han incluido reuniones entre sus presidentes respectivos, al-Sissi y al-Assad,
• los Emiratos Árabes Unidos (EAU), cuya capital, Abu-Dhabi, fue visitada por el presidente sirio, al-Assad, en marzo de 2022, y Arabia Saudí, cada uno por su cuenta, han incrementado la frecuencia de sus contactos con el gobierno de Siria,
• Turquía y Siria están en pleno curso de reconciliación, por mediación e influencia del presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, sobre los dos países, que se vieron, asimismo, trágicamente hermanados al padecer, en febrero de 2023, los efectos devastadores del mismo fenómeno sísmico y
• los ministros de Defensa y de Inteligencia de Siria, de Irán y de Turquía se reunieron en Moscú, el 25 de abril de 2023, para abordar cuestiones de seguridad comunes, gracias a los esfuerzos de sus anfitriones rusos, que estuvieron encabezados por el ministro de Defensa, Sergei Shoigu.

Las razones de esta reubicación de intereses entre la mayoría de los países del Próximo Oriente tienen su raíz en la insatisfacción acumulada entre los principales jugadores regionales ante:

• la disminución del interés de Estados Unidos (EE. UU.) por el Próximo Oriente,
• la constatación regional de que ni Rusia, ni China muestran un deseo por reemplazar completamente a los estadounidenses en la asunción de las responsabilidades asociadas a un liderazgo omnipresente en la zona y
• la creencia presente entre los países árabes de que a Siria no se le puede dejar caer en manos de predadores externos al Próximo Oriente.

Estas tendencias de recorrido profundo y de largo alcance se han acelerado tras la sucesión de tres acontecimientos durante los últimos meses.

En primer lugar, la guerra en Ucrania ha puesto en evidencia ante los países del Próximo Oriente su debilidad en materia alimentaria, su fortaleza en asuntos energéticos y su necesidad de ser equidistantes, de forma inteligente y práctica, con respecto a las grandes potencias globales.

Por otra parte, países como Jordania o Arabia Saudí observan con preocupación el riesgo de una posible paralización del proceso del Foro del Neguev, iniciado en marzo de 2022, debido bien al interés de algunos de sus miembros -Bahréin, EAU, EE. UU., Egipto, Israel y Marruecos- de convertirlo en una alianza al modo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o bien de colocar los asuntos de defensa y de la cooperación militar al frente de su agenda.

Por último, la tragedia del terremoto de febrero de 2023 en Turquía y en Siria ha profundizado las relaciones entre los países árabes del Próximo Oriente, entre éstos, especialmente, Siria, y Turquía.

Para Egipto, en este contexto, queda por resolver el problema de aquellos actores no estatales, por otra parte, apoyados por determinados Estados, que quieran seguir utilizando la fuerza para imponer sus ambiciones destructivas.