Organización de Cooperación de Shanghái y Europa

NB: Este artículo fue publicado anteriormente en El Economista.

La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) celebró una cumbre los pasados 31 de agosto y 1 de septiembre en Tianjín, China, que resultó ser la de mayor representación institucional hasta el momento, ya que a ella asistieron más de veinte jefes de Estado.

China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán crearon la OCS en 2001, a la que se adhirieron la India y Pakistán, 2017, e Irán, 2023, con los objetivos de promover la cooperación y la paz y de fomentar “un nuevo orden político y económico internacional”.

La OCS cuenta con tres países observadores -Afganistán, Bielorrusia y Mongolia, el primero, actualmente inactivo- y sus idiomas oficiales son el chino y el ruso.

Otras catorce naciones están involucradas en sus actividades a través del concepto de socios de diálogo -Arabia Saudí, Armenia, Azerbaiyán, Baréin, Birmania, Camboya, Catar, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Maldivas, Nepal, Sri Lanka y Turquía-.

La OCS es la organización regional más grande del mundo.

Sus miembros abarcan el 80 % de la masa continental euroasiática, representan el 40 % de la población y el 20 % del Producto Interior Bruto (PIB) mundiales y controlan el 20 % de las reservas globales de petróleo y el 44 % de las de gas natural.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el primer ministro de la India, Narendra Modi, acudieron a la invitación del presidente de China, Xi Jinping.

La cumbre facilitó que Rusia y China siguieran estrechando sus relaciones.

Putin aprovechó dicha reunión para enlazarla con su asistencia a la conmemoración del 80 aniversario de la victoria china en la guerra contra la agresión de Japón (1931-1945) y el fin de la II Guerra Mundial en el Pacífico, que se celebró en Pekín el 3 de septiembre.

Los presidentes Xi y Putin abordaron una agenda densa de asuntos de interés común durante aquellos días, que reforzaron el compromiso que ambas naciones tienen por el carácter de asociación estratégica de su relación.

Putin informó personalmente a Xi sobre la marcha del conflicto en Ucrania, le puso al día de forma muy detallada de cómo fue su reunión de agosto con el presidente de Estados Unidos (EE. UU.), Donald J. Trump (DJT), en Alaska, y hablaron sobre Oriente Próximo e Irán.

La cooperación militar entre China y Rusia ha crecido mucho y sus presidentes conversaron sobre cómo aumentarla, especialmente en lo referente a sus armadas respectivas.

Ambas naciones tienen en vigor un acuerdo sobre la realización de esfuerzos conjuntos en la fabricación naval, dado que el desarrollo de su armada es una prioridad para China y Rusia tiene tecnología y astilleros de los que Pekín podría beneficiarse.

Xi y Putin también dedicaron tiempo a alinear sus intereses a través de la cooperación energética, industrial, tecnológica y logística.

China es el mayor cliente de hidrocarburos rusos, a pesar de los intentos de Europa por interferir en el flujo de los buques que transportan dichos gas y petróleo de un país a otro.

Xi y Putin firmaron un compromiso para la construcción del Power of Siberia 2 (PoS-2), gasoducto que trasladará a través de Mongolia gas natural desde la península rusa de Yamal hasta China, lo que podría transformar la cooperación energética entre ambos países.

El PoS-2 permitirá a Rusia exportar 98 bcm/año de gas a China y compensar casi la mitad del descenso de sus exportaciones a través de gasoducto a la UE entre 2021 y 2023, aunque no sustituirá por completo al mercado europeo, donde Rusia vendía hasta 155 bcm/año.

Las implicaciones económicas y geopolíticas del gasoducto PoS-2 para China son más amplias.

China es un importador destacado de gas natural, a pesar de que su matriz energética sigue estando dominada por el carbón (59 %), seguido del petróleo (20 %), las fuentes primarias de electricidad (hidroeléctrica, eólica, solar y nuclear) y la biomasa (3 %).

El gas natural solo representa el 8,4 % del consumo total de energía de China, que pretende aumentarlo hasta el 15 %, dado que un suministro de origen fiable y competitivo en costes será cada vez más importante para Pekín, algo que el PoS-2 le ofrecería.

Por último, Xi quiere invertir en la industria petrolera rusa y cooperar con Moscú en el desarrollo de la ruta logística marítima septentrional.

La cumbre de la OCS fue también una oportunidad que la diplomacia de la India aprovechó para mejorar sus relaciones con China y buscar una solución a sus disputas fronterizas.

La presencia de Modi en Tianjín y el trabajo preparatorio previo ayudaron.

El ministro de Asuntos Exteriores y el consejero de Seguridad Nacional indios se reunieron con Putin en Moscú, Modi tuvo dos conversaciones telefónicas con éste durante la segunda mitad de agosto y el ministro de Asuntos Exteriores de China visitó a Modi en Nueva Deli.

Toda esta actividad acontecía mientras Europa sigue enrocada de forma suicida en el paradigma doble de la relación transatlántica y de la fobia antirrusa.

DJT va a proteger los intereses de EE. UU. en el hemisferio americano, no, en Eurasia, como hizo su nación desde comienzos del siglo XIX, y no podrá sostener despliegues militares numerosos de sus tropas ni en el centro y en el este de Europa, ni en Asia.

El nombre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hace referencia a un espacio geográfico prioritario para EE. UU. que no es la Europa oriental.

No habrá más desembarcos de Normandía en el futuro porque la tecnología y las capacidades militares actuales impedirían trasladar un millón de soldados estadounidenses a las costas europeas del Atlántico o a las asiáticas del Pacífico sin que se notara.

Ese tiempo pasó y muchos dirigentes en Europa no quieren reconciliarse con esta realidad.