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El último destino

Salvador Sostres el

Ayer se escenificó la ruptura entre Convergència i Unió con escenas típicas de los que se han enfadado en el patio del colegio. Convergència se está quedando tan sola que no sólo ha renunciado a su socio sino que hace meses que Mas se ofrece como una princesa de saldo y esquina para presentarse a las próximas elecciones con quien sea, menos con su partido. Tan poco convencido está el president de lo que ofrece que hasta puede que acabe aceptando presentarse sin él mismo, en lo que se está empezando a llamar la candidatura “civil” o “sin políticos”.

Mas todo lo daría por ahorrarse el espectáculo de tener que enfrentarse, con su gente y su partido, al veredicto de los ciudadanos, que según todas las encuestas podría dejar a Convergència con poco más de 30 diputados cuando hoy tiene 50. Tanta democracia que le exige a Rajoy, y él es el primero que la rehuye.Unió se queda rota y sola en el centro político, pero sin ser capaz de atraer a las mayorías que años atrás habían afianzado la indiscutible hegemonía de Pujol. Sobre el papel, Unió tendría que arrasar porque el espacio que le ha dejado la radicalización de Mas es infinito, pero ningún sondeo le da más de 8 diputados y el voto moderado se lo lleva Ciudadanos. 

Mas ha perdido credibilidad pero Unió no ha sido ajena al terrible desgaste. Da la sensación de que juntos o por separado, el chicle de CiU ya no lo pueden estirar más ninguno de los dos partidos, y que el cansancio que han producido en el electorado es irreversible.

Unió ha intentado sin éxito hacer un frente federalista con el PSC y con los comunistas de Iniciativa, y la soledad en el ocaso parece ser su último destino. Mas ha decidido disolverse en el marasmo independentista para salvarse de una derrota anunciada, y lo que queda de aquí al 27 de septiembre lo intentará utilizar para engatusar a ERC y a la CUP para dar con una fórmula, por delirante que sea, que le permita continuar en el poder.

Es tal el complejo de inferioridad de ERC respecto de Convergència, y tanta la facilidad con que Mas lo explota, que puede que consiga la enésima pirueta para salirse con la suya y humillar a Junqueras, como aquella patochada del 9 de noviembre en que dejó en ridículo a Esquerra y se abrazó al líder de la CUP, todo a un mismo tiempo.

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