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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Anatomía de un escándalo

Salvador Sostres el

He visto Anatomía de un escándalo (Netflix). Es una miniserie pedante, estúpida y equivocada. Pretende demostrar una tesis y consigue lo contrario. Feminismo cutre y barato, valga la redundancia. Sin embargo el tema es interesante, y la hipótesis. Una secretaria tiene una aventura con un ministro casado y padre de familia. Al cabo de unos meses, él la deja porque no quiere continuar arriesgando. Un día suben a un ascensor. La secretaria le entra para retomar el hilo, se besan y se magrean a lo bestia. El ministro acaba acusado de violación bajo el argumento de que a medio faena, en el ascensor, la secretaria le dijo “aquí, no” y sin embargo él continuó. No le dijo “no”, sinó “aquí no”, cuando en realidad muchas veces habían follado en aquel mismo ascensor o en el despacho. Anatomía de un escándalo es una fábula sobre el consentimiento que, pese a los intentos de la autora del libro y de la película, y de un reparto infame, la propaganda feminista cae por su propio peso. Es este feminismo vengativo, irracional, contrario a los intereses de la Humanidad. Un feminismo inquisitorial, que odia al hombre por ser hombre y que entienden que la única manera de ensalzar a las mujeres es victimizándolas, la otra cara de la misma moneda de los que sólo saben relacionarse con ellas prostituyéndolas.

Ni hombres y mujeres somos iguales, ni nuestras relaciones son entre iguales, ni usamos las mismas armas de seducción. Hay armas de mujer y hay armas de hombre. La belleza, el poder, el dinero, la inteligencia, el acceso, la fantasmada o el deseo los administramos distinto un chico o una chica. Espero que entiendan que las mujeres que me gustan me superan ampliamente en delicadeza y belleza. Por lo tanto no me sirve, para agradarles, mi perfil griego, sino que muchas veces son lectoras o aprecian una conversación o un restaurante o un gintónic servido en condiciones.

Tampoco en los ímpetus somos lo mismo, hombres y mujeres, ni podemos obrar de la misma manera, ni es serio pretender que somos robots, ni a una cita se le puede exigir la precisión de un procedimiento jurídico. Hay situaciones que tú ya sabes que si las creas, te llevan; y no quiero justificar así las muchas agresiones o violaciones que se han producido “porque me provocó” con su minifalda o su manera de mirar; pero si tú, como sucede en Anatomía de un escándalo, entras en un ascensor con un examante, con la idea de liarte con él para recuperar la relación, y le besuqueas y le tocas y te ofreces, luego no puedes decir que es violación porque le dijiste “aquí no” y continuó. No le dijiste “no”, ni “para”, ni “déjame”, sino simplemente “aquí no”, a uno al que le estabas comiendo la boca como si no hubiera un mañana, al que querías recuperar como amante a través de aquella tórrida escena, y con quien habías follado en todas las estancias del Parlamento, con lo que podía fácilmente pensar que tu “aquí no” era juguetón, una expresión como de falso recato para dar más morbo al momento. Podemos equivocarnos y que no sea violación. Podemos ser infieles y no ser unos agresores. Podemos no interpretar correctamente la angustia que a alguien le produce una situación manifiestamente inequívoca sin que nos tengan que meter en la cárcel.

Es indicativo que hasta panfletos tan previsibles y esquemáticos como esta miniserie se vuelvan con tanta facilidad contra lo que pretenden. En su vulgaridad, en su zafiedad, en su falseamiento de la realidad y en su profundo desprecio a la mujer libre e inteligente, que no quiere tomar ventaja por su sexo, ni conseguir sus objetivos por cuota, sino por mérito, el feminismo se está deshilachando. Le estamos viendo el cinismo, la maldad, la sinvergonzonería. El sectarismo extremo. La gran reacción contra su yugo tiene que venir de las mujeres decentes y escandalizadas por lo que en su nombre se hace, y por el mayúsculo desprecio con que las tratan estas tiranas holgazanas que cobran ingentes cantidades de dinero por supuestamente defenderlas.

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