Soy de los que piensa que una reunión desenfadada con amigos o familiares, vale tanto o más que muchas investigaciones sociales. Si por mucho tiempo que pase, o muy diferente que sean las personas que asisten, sigues escuchando las mismas afirmaciones, frases sueltas o incluso teorías respaldadas por una verdad absoluta para quien las expone, hay que entender que son maneras de pensar bastante extendidas entre la población en general. Y por duro y extraño que resulte decirlo, todavía hay un porcentaje muy alto de mujeres cuya manera de entender el ejercicio físico es totalmente errónea y cargada de mitos falsos y miedos injustificados.
Para empezar y dejarlo claro, solo podríamos destacar dos diferencias entre sexos a la hora de entrenar: primero, la fuerza máxima será menor en las mujeres (hablo de niveles equiparables, Lydia Valentín es más fuerte que casi todos los hombres de España), y segundo, el ciclo menstrual puede afectar en algunos días concretos. A nivel amateur… nada más, no le des más vueltas. La distorsión de la realidad es que, tanto la publicidad, como lo que se anuncia en tiendas y gimnasios no parece indicar lo mismo. Los mensajes van en otra dirección. Te vas a comprar unas zapatillas y tienes la sección hombre y mujer ¿cuál es la diferencia? Aunque no siempre, una es negra y la otra rosa. Si yo me quiero comprar unas zapatillas rosas en la talla 44 ¿no puedo? Esto, que sería una bobada sin mayor importancia, es solo la punta del iceberg. Que luego no nos extrañe leer anuncios de gimnasios dirigidos específicamente al público femenino que afirman, como gran valor, que vas a “tonificar sin esfuerzo con resultados garantizados en 30 días”.
Te puedes poner muy fuerte solo con tu propio peso, no hay más que ver a los practicantes de calistenia, pero esta disciplina tampoco se encuentra entre las entendidas «para mujeres» para la mayoría. Otra tontería más. Por si alguien tiene dudas, os dejo un breve vídeo de Sara Sánchez, promotora del deporte entre mujeres, y especialmente de la calistenia, en España. Aunque la calistenia es un deporte que se realiza con tu propio peso corporal, igual alguien se descompone al ver esto:
Pues bien, siendo claros y rotundos, si sigues esos patrones comerciales que ponen el énfasis en no utilizar pesas, que con trabajo «cardio»vale y que todo es sin esfuerzo y/o con música para que sea divertido y además todos y todas acudan muy conjuntados, estás en el camino de ser víctima de la maldición de la delgadez fofa. Y te contamos por qué.
Primer y más importante prejuicio: las pesas te harán parecer un monstruo
Éste es posiblemente el mito que más daño está ocasionando en el cuerpo de las mujeres y no hablo de consideraciones estéticas. Hablamos de salud, longevidad, de la lucha contra la sarcopenia. Y después, a un segundo nivel, podemos hablar de estética.
Conservar el volumen y funcionalidad de la masa muscular a lo largo de tu vida es algo crítico para todos. Hombres y mujeres. Incluso todavía es más importante en mujeres tras la menopausia, momento en el que la pérdida de masa muscular se acelera. Esto es salud, nada más. Y para ello el entrenamiento de fuerza utilizando peso es de enorme ayuda.
Ahora vamos con la parte más triste, la estética. No me corresponde a mi decidir qué es bonito o feo, cuando además es algo muy subjetivo. Pero cuando una mujer afirma que no quiere hacer pesas para no parecer un monstruo o un «tiarrón» (no es una expresión mía, la he escuchado así), lo primero que tiene que tener en cuenta es que quizás está ofendiendo a muchas mujeres, y además está absolutamente equivocada. Aunque no lo creas, tener un volumen muscular que te haga parece eso que llamas «monstruo» no está a tu alcance. No vas a poder. Esos cuerpos que ves y utilizas como excusa para no hacer una sentadilla pesada, son fruto de años de entrenamiento y dieta orientados específicamente para ese objetivo.
Es muy duro ganar masa muscular, incluso para los hombres con un nivel de testosterona diez o quince veces superior al de las mujeres. Resulta complicado y requiere mucho esfuerzo. Pero como sé que esto no se cree, no se entiende o no gusta escucharlo, vas a verlo con tus propios ojos. La siguiente fotografía es de la campeona mundial de esquí Mikaela Shiffrin haciendo sentadilla con peso, pero no un peso cualquiera, para quien no esté familiarizado con esta parafernalia os lo indico, va con 150 kilos (perdón por la calidad de la imagen pero es una captura de un vídeo):
Por supuesto que son unos números propios de atletas de élite, la cuestión es que el estereotipo que se asocia a alguien que levanta 150 kilos en sentadilla se acerca más al de un ogro propio de una historia de Tolkien, pero no, es una chica normal si es que se puede ser normal con su palmarés deportivo y si normal significa algo hoy en día:
Recuerda esto siempre: el músculo no te hará parecer grande, el sobrepeso sí.
Segundo prejuicio: es más importante comer poco que cualquier otra cosa
Si te estás obsesionando con la cantidad de carbohidratos que comes, el azúcar que añades a los postres, que si esto o aquello tiene demasiada grasa… pensando que con esto y un rato en la elíptica o una clase de zumba tendrás un resultado físico notable, tú sola te estás imponiendo un castigo innecesario.
Y por supuesto que comer sano es imprescindible, pero una dieta correcta debe ir acompañada de ejercicio físico, y cuando incluye una parte importante de entrenamiento de fuerza, te va a permitir comer mucho más y, encima, con mejores resultados. A mayor masa muscular, más consumo calórico incluso en reposo. No solo podrás ir comiendo más cantidad, también adelgazarás más fácilmente. Suena mágico, pero no lo es, de hecho no hay plan milagro ni esto ocurre en una semana. Habla con un nutricionista, las consultas de estos especialistas no están solo para casos graves, o frikis que están más cerca del desorden alimenticio que de otra cosa. También están para ayudarte a hacer pequeños ajustes que marcarán la diferencia.
Tercer prejuicio: las pesas son de «tíos», para nosotras mejor mucho «cardio»
Bien, si quieres matar tus curvas, fúndete a trabajo cardiovascular. Si esto te parece una afirmación rara, mira a las corredoras de maratón o de carreras de larga distancia. Por supuesto que me he ido a un extremo de la práctica deportiva, pero si tienes miedo al cuerpo de una culturista (el otro extremo) ¿por qué no te da miedo el cuerpo de la campeona del mundo de maratón? De nuevo la complejidad de hablar sobre todo esto, es el territorio de lo estético. En términos de salud, es muy posible que ninguno de los dos ejemplos estén haciendo lo más saludable posible en sus vidas. Estéticamente, cada cual decide qué le parece más apetecible.
Si tienes que quedarte en un punto medio, mi recomendación en términos de salud es que elijas un cuerpo con una buena masa muscular general y un nivel bajo, tampoco demasiado bajo, de grasa corporal. Si te subes a la elíptica horas y horas para seguir con la clase de ciclo y pasar a la cinta de correr, acabarás degradando tu volumen muscular. Y eso es algo que no quieres que ocurra. Aunque creas que sí, te aseguro que no debes perder volumen muscular. Nunca.
Cuarto prejuicio: la estética del ejercicio en si mismo
Hoy en día se ven vídeos realmente alucinantes de influencers haciendo sus rutinas, en las que el clima general que se observa corresponde más a una boutique de una firma exclusiva, o a la última tienda de gadgets tecnológicos. Todo colorido, conjuntado, exquisitamente distribuido, ni una gota de sudor. Como si ir a darse una paliza en el gimnasio estuviese más cerca del escaparatismo o de un pase de modelos, que de cualquier deporte que se te venga a la cabeza.
Lo siento, cuando se hace ejercicio se suda, se nos pone la cara roja, retorcemos el gesto en muecas raras en esa última repetición que casi no entra y manchamos la ropa por lo que no hace falta que sea la más molona que pueda haber. Quizás te ves más con un bosu o una goma elástica (fantásticas herramientas ambas) que con una barra de halterofilia cargada con discos haciendo una sentadilla, pero es lo que hay. Los ejercicios con mayores resultados suelen estar alejados de la estética de catálogo. Y no por ello te van a hacer daño o no son para ti.
Sigo plenamente convencido de que más pronto que tarde, volveré a escribir sobre este tema, igual con otro enfoque o igual diciendo más de lo mismo. La grandísima noticia sería no tener que decirlo nunca más. Sí, las pesas son para todos… y todas. Que la fuerza te acompañe.
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