¿Te acuerdas de esas clases de educación física de tu niñez? Por desgracia a esta asignatura no se le ha dado nunca la importancia que merece, ahora tampoco. Los súper seres del futuro serán extremadamente digitales e intuitivos visualmente, aunque no sé si les espera una tercera edad agilipollados y agilipolladas (para que nadie se sienta fuera de la gilipollez), delante de pantallas de realidad virtual, tal y como Pixar nos enseñaba que era la vida de los pasajeros obesos de la nave Axioma en la maravillosa película ‘Wall-E’.
En aquellas clases de educación física al estilo tradicional se coqueteaba con algunos deportes, si conseguíamos mirar más allá del fútbol o el baloncesto aparecían cosas más exóticas como el balonmano o el voleibol. Había menos colegios con piscinas que ahora, los equipos de natación eran algo más propio de actividad extraescolar, casos raros, como los niños que esquiaban y que tenían la etiqueta de ‘pijos’ porque todavía no se había empezado a imponer esa parida de la ‘semana blanca’. De vez en cuando aparecía en clase un potro o un plinto para atormentar a los alumnos menos dotado para la gimnasia y disfrute de los abusones, que así se llamaba antes al ‘bullyng’. Pero todo esto eran adornos de un entrenamiento típico de casi cualquier clase de educación física, en la que no podía faltar correr y hacer abdominales. ‘X’ vueltas al campo de fútbol y unos cuantos abdominales, pero no unos abdominales cualquiera, no. El abdominal clásico del cole tenía que ser con las manos entrelazadas en la nuca y tirar con fuerza hasta que subes del todo. Tu mejor compi podía sujetarte los tobillos para evitar que se levantaran las piernas y que pudieses tirar más fuerte de tu cuerpo con las manos.
El físico de un niño aguanta muchas cosas que unas décadas después nos dejan para el arrastre. Y como hay un segmento de población que no ha vuelto a hacer ejercicio desde sus tiempos de colegio, cuando deciden que su estado de forma ya empieza a ser alarmante, retoman aquello que quedó fijado en lo más profundo de su psique, pero al estilo adulto: me apunto a un gimnasio, me arreo una paliza en la cinta de correr o la elíptica y hago muchos abdominales, si llego a cien mejor, para recuperar el terreno perdido y luego contarlo en la oficina para que flipen de lo ‘fit’ que me voy a poner. Conseguir hacer un abdominal tras una relación de años con las bravas, la cervecita y las horas en la silla de la oficina resulta complicado, pero para eso están los brazos, para tirar bien fuerte de nuestro cuello y subir a toda costa, así lo recuerdo de mis clases con ‘la Chusa’ o ‘el Cerilla’ en los tiempos de la EGB. Cuando al día siguiente nos duelan las cervicales de manera inexplicable puedes decidir que ya estás muy mayor para hacer ejercicio, lo cual es completamente falso, o igual te apuntas a eso del ‘no pain no gain’ o si duele es bueno porque es que ‘me estoy poniendo en forma ¡mira que duro entreno que me duele todo!’ Todos estos problemas se suelen solucionar con algo tan básico como invertir en un profesional que te guíe dándote no solo pautas y correcciones técnicas, sino un volumen de trabajo adecuado para tu preparación física en cada momento. No obstante, si no te planteas esta opción has de tener en cuenta que:
- Un ejercicio de abdomen no es necesariamente mejor porque hagamos un recorrido completo, se pueden llegar a enormes intensidades de trabajo con pequeños recorridos o incluso con ejercicios isométricos (sin movimiento) como la plancha abdominal.
- Deja tus cervicales en paz. No hay nada que justifique que debas poner tus manos en el cuello. En cuanto empiece la fatiga muscular de tu abdomen vas a tirar de tu cuerpo con las manos, te saldrá de manera natural porque tu cabeza está diciendo ‘hay que subir, hay que subir’. Evitar este problema es tan simple como no poner las manos ahí.
- No es necesario que siempre que hagas ejercicio incluyas trabajo específico de abdomen porque lo más importante de todo y lo que todavía hay mucha gente que sigue sin querer entender es que:
Salvo que tengas unos objetivos muy concretos, el trabajo muscular aislado debería ser algo esporádico. La base principal de tus entrenamientos deben ser los ejercicios compuestos: el peso muerto, la sentadilla, el press de banca, el press de hombro y la dominada. Una adecuada combinación de estos grandes movimientos compuestos, con algo de entrenamiento cardiovascular de apoyo y algunos ejercicios accesorios que necesite tu caso particular son un método infalible para ponerse en forma. Recuerda que no hay ejercicios válidos para nada, la gente pregunta qué ejercicio hay que hacer para solucionar algo que no les gusta de su cuerpo. No hay ejercicios buenos o malos, hay intensidades adecuadas para lo que necesitas y sin dicha intensidad importa un pimiento que repitas eso que le has visto hacer a pepito o fulanita en Instagram, te frustrarás porque no verás resultados. Si no lo has hecho ya, dale una oportunidad al entrenamiento con peso. Y que la fuerza te acompañe.
También puede interesarte:
Entrenamiento