Diferenciación: acción y efecto de diferenciar. Una acción y efecto que el ser humano lleva innata pero que no todos somos capaces de llegar a ella, para luego terminar actuando en función de esa mayoría que nos rodea. En la actualidad, estamos bombardeados de inmensos impactos visuales a lo largo de un día, por lo que cuando un emisor quiere transmitir un mensaje y que es te llegue al receptor buscado, es esencial encontrar dicha diferenciación y por ello existen diseñadores e ilustradores que aportan su conocimiento y experiencia para crear mensajes gráficos innovadores y rompedores que calen en la población.
Isidro Ferrer (Madrid, 1963) es uno de ellos. Un gran diseñador (y gran persona, que tuve la suerte de conocer en uno de las master calss que ha impartido en el IED de Madrid) referente de nuestro país, que exprime al máximo y con éxito esa diferenciación, principalmente con un “lenguaje propio” formado de figuras retóricas. Un lenguaje visual que recuerda a grandes genios como Joan Brossa, Daniel Gil o Chema Madoz. Desde su estudio en Huesca crea un entorno gráfico diferente en el que los recursos literarios como la metáfora, la paradoja, la analogía, la ironía, la elipsis o la metonimia, son utilizados para expresar ideas o contenidos visuales que se convierten en mensajes contundentes envueltos en una magnífica poesía visual de gran calado.
Graduado en Arte Dramático y Escénico combina a la perfección esa influencia dramática con la creación de objetos e imágenes que son sacados de su contexto “natural” para el que fueron creados, para así, crear un mundo paralelo y propio completamente diferente, desembocando en un mar de ideas ordenado y de carácter surrealista y eficaz.
Pertenece a una generación de diseñadores e ilustradores que han cambiado el panorama del diseño gráfico actual en España. Galardonado con diferentes premios a nivel nacional -como el de diseño y el de ilustración-, goza también de un reconocido prestigio a nivel internacional. Con ese “lenguaje gráfico propio” sus composiciones llegan a convertirse en piezas de arte que han sido y son, motivo de diferentes exposiciones nacionales como internacionales.
Ferrer se define como “como un diseñador e ilustrador por “devoración”. Un término inexistente que nace de la yuxtaposición de devorar y adorar, palabras ligadas al hambre y a la pasión. Es como me gusta trabajar: vorazmente implicado”. Esa “devoración” la podemos ver recopilada, en parte, en una obra excepcional realizada por Nórdica Libros. Con El juego en escena. Carteles para una función, además de inaugurar la nueva colección de teatro de la editorial, podemos gozar, disfrutar y contemplar una gran mayoría reunida de los mejores carteles de Isidro Ferrer que realizó durante años para el Centro Dramático Nacional. Como comenta su editor, Diego Moreno “son el mejor ejemplo de diálogo entre teatro e ilustración, y, sin duda, uno de los mejores trabajos de diseño realizados en nuestro país”.
Un libro que rinde homenaje a las artes escénicas desde un punto de vista diferente. Los carteles realizados de 2006 a 2016 son un ejemplo de amor al mundo del teatro, de exquisitez y elegancia formal y de un talento creativo al alcance de muy pocos. Se nota que Ferrer tuvo formación de actor, y ello es una valor añadido a un trabajo que como bien califica el diseñador “es una dosis importante de pasión, bastante obcecación y dedicación, mucha constancia y una pizca de suerte”.
Cuenta que no fue muy consciente de la influencia de su formación en arte dramático hasta hace bien poco. “Creo que mi formación y experiencia teatral es capital en mi forma de afrontar la gráfica. Teatro y diseño son profesiones hermanas, que se encuentran próximas una de otra. Ambas tienen muchos puntos de encuentro, el más importante es la necesidad de interpretar y hacer de esta interpretación un acto creativo. En el teatro se interpreta un personaje a partir del texto de un autor dramático, en el diseño gráfico se interpretan las necesidades de un cliente. En ambos casos, tanto en teatro como en diseño se trabaja a partir de la voz ajena”.
La originalidad de los carteles no ha pasado desapercibida a lo largo de estos años, ya que se han separado de esa llamada visual típica y banal en la que se muestra un momento de la obra, o la resolución egocéntrica con la cara de los actores en primeros planos. Con Ferrer el mundo del cartel de teatro ha tenido un antes y un después, con él, quien realmente toma protagonismo es la obra, el texto representado, que de una manera mágica y excepcional se convierte en una sola imagen que lo dice todo -o casi-, invitando al receptor a acercarse a ella, a estimular su curiosidad por dicha obra, tanto la imagen del cartel como la obra de teatro. Los carteles de Ferrer son un diálogo de tú a tú con el contenido intelectualmente complejo que intenta retratar por medio de la simplificación, generando una poesía visual al alcance de muy pocos.
Los carteles son fundamentales. Son la primera imagen que el espectador tiene del espectáculo. Es muy probable que mucho antes de leer una sola línea sobre la función, y claramente mucho antes de escuchar la primera palabra pronunciada por el actor, el espectador puede haber construido una expectativa, por ligera que esta sea, de la obra que va a ver y de su contenido, y esta jugará de manera esencial en su imaginario durante los primeros momentos de esa representación.
Un cartel para Isidro Ferrer “es un territorio de relación entre dos polos de la comunicación: la imagen y la palabra. Para Roman Cieslewicz, ‘un buen cartel es una imagen, una palabra. Y la permanente interacción entre ambos. La idea está contenida en la imagen y es la relación entre texto e imagen lo que brinda el poder'”.
Además, el libro se compone de textos reunidos que acompañan a más de cien de aquellos carteles, de profesionales del mundo del teatro y representantes de otros oficios vinculados al mundo escénico: actores, directores, dramaturgos, escenógrafos, iluminadores… como Gerardo Vera, Ernesto Caballero, José Luis Raymond, Guillermo Heras, Eduardo Vasco, Carlos Rod, Juan Echanove, entre otros.
Es una magnífica boya editorial y visual, que se vislumbra en un mar revuelto de tantos impactos visuales, un homenaje al teatro y al buen diseño, que sirve de salvamento gráfico e intelectual para generaciones de diseñadores que todavía respetan lo artesanal ante lo tecnológico (sin desplazar ni rechazar a este). Una antología visual y teatral que además de ampliar horizontes gráficos para el lector, aporta un conocimiento teatral que a dicho lector le abre nuevos escenarios de conocimientos teatrales, y le prepara para ese nuevo marco editorial con la nueva colección de teatro de Nórdica Libros.
El juego en escena. Carteles para una función // Isidro Ferrer // Nórdica Libros // 2018 // 25 euros
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