Las fotografías testimonian una elección humana en una situación determinada. Una fotografía es el resultado de la decisión del fotógrafo del que merece la pena registrar un momento concreto de una realidad que está sucediendo en ese preciso instante, para congelarla y así mostrarla a otros, compartirla, o para retener dicho acontecimiento en el recuerdo. Si se fotografiara continuamente todo lo que existe -como ocurre en la actualidad- las fotografías resultantes carecerían de sentido, se quedarían sin un significado que repercute en el valor del momento en el que es tomada. Las fotografías son un mensaje de ese acontecimiento que registran. En su forma más sencilla significaría que el fotógrafo ha decidido que merece la pena registrar lo que está viendo.
Podemos aplicar esto a la fotografía más memorable como a la más banal, lo que las distingue es el grado de explicación del mensaje que ofrece esa fotografía, el grado en el que la instantánea se hace transparente y comprensible el momento que hace que se pare para siempre y quede registrado. Al mismo tiempo que registra lo que ha sido visto, una foto, por su propia naturaleza, siempre se refiere a lo que no se ve. Aísla, preserva y presenta el momento tomado de un continuo pudiendo desembocar en una escenografía del recuerdo.
Las fotografías son nuestro recuerdo, son nuestra memoria de un tiempo pasado, que servirán para mostrar a los que vienen cómo fue ese momento, e incluso poder contar qué pasaba fuera del marco que quedó retratado. Partiendo de esa premisa de referirse a una fotografía, a lo que no se ve. El premiado y gran dibujante de cómic actual, el valenciano Paco Roca, vuelve a superarse a sí mismo con otra belleza de obra gráfica, después de La casa, Los surcos del azar, (entre muchas) logra con Regreso al Edén (Astiberri) un cómic entrañable, histórico, necesario, heredero de toda una época que tuvieron que vivir familiares en nuestro país como fue la posguerra y los años duros del franquismo, en los que la autarquía, la división de clases, la corrupción total de los altos cargos, y sobre todo, la venganza sobre los vencidos de una guerra que para el Movimiento que se hacía llamar Nacional no había terminado, buscaba el exterminio casi total de su enemigo, decir que España se mantuvo en Estado de Guerra hasta 1948, ya dice todo.
A partir de esa foto familiar que su madre guardaba como un tesoro debajo del cristal de su mesita de noche, realizada en la desaparecida playa de Nazaret de la capital valenciana, Roca nos devuelve a una España gris, a una España de la cartilla de racionamiento, del estraperlo para poder subsistir, en la que las mujeres solo podían pensar en ayudar en casa y en casarse con un buen marido, en la que la violencia del padre no estaba mal vista, en la que la mujer debía tener siempre la cena preparada para cuando llegase el marido. Un fresco agrietado sobre una España en grietas de posguerra.
Una retrospectiva familiar magistral, en la que se ve al mejor Roca, empleando técnicas narrativas maravillosas como es su comienzo. Una especie de fundido en negro en el que se puede escuchar como una voz en off, mostrando y preguntándose sobre la existencia, para luego llegar a la luz y mostrar esa realidad dura y miserable que tuvieron que sufrir muchos españoles. Con unos colores más apagados, evocando así esa melancolía y esa vileza de dichos tiempos difíciles, pero guardando la esencia maravillosa del gran dibujo del autor valenciano, elemento que autentifica aquello que vemos.
Un cómic que nos hace reflexionar sobre aquello que no se tiene, sobre cómo valorar lo poco que se tenía y el sacrifcio, y que no es necesario tener multitud de cosas para valorarlas, como son las fotografías, sino realmente lo que significan. Como su madre, que a lo largo de su vida solo le sacaron tres fotografías, algo impensable hoy, pero el valor que tiene esa sola instantánea valía mucho más que miles de fotografías juntas. Por el recuerdo, por el momento en que fue tomada.
Una obra que podría caer en el tópico de una más sobre la posguerra española, pero no es así. Es un cómic que una vez lo has leído deja huella, por su historia, por cómo lo representa, por la originalidad narrativa de partir de dicha fotografía y cómo se llega finalmente a tomar la instantánea, pero sobre todo, por cómo cuenta aquello que rodea a esa reunión en la playa que quedó representada para el recuerdo. Desde unos criterios estéticos y narrativos maravillosos que son los que articulan las secuencias de cada una de las viñetas de la obra, de una especial sensibilidad en la que pone el foco sobre la naturaleza de la actitud del ser humano.
En definitiva, Regreso al Edén, reúne lo mejor de Roca, su ingenio y la nostalgia que impregna su obra junto a su magnífico estilo que fusiona atributos de la novela gráfica con una ambientación cinematográfica, gracias a lo cual su trabajo fluye con naturalidad de la imagen impresa a la imagen en movimiento. Todo un ARTE secuencial elevado a su máxima expresión es este cómic, por su capacidad de transmitir un mensaje visual con claridad, empleando el tono adecuado. El mejor cómic para acabar este raro año 2020 y otra obra más a añadir para acercar la Historia a los más jóvenes.
Regreso al Edén // Paco Roca // Astiberri // 2020 // 18 euros
Cómic