Churchill es conocido por no darse por vencido, de su gran carácter y por presentar batalla ante la inminente bota nazi que se cernía sobre las islas británicas, por lo que ideó presentando su máximo apoyo a una nueva fuerza de voluntarios, el Special Operations Executive (SOE). En julio de 1940 se creó esta especie de «ejército» para librar otro tipo de guerra, más secreta. Sus agentes se encargaban principalmente del sabotaje y la subversión tras las líneas enemigas.
Londres contaba con la ayuda de sus colonias y dominios, así como con la simpatía activa de Estados Unidos, pero la ocupación de las islas del canal de la Mancha por los alemanes prefiguraba una inminente invasión, algo para lo que los británicos no estaban en absoluto preparados, por lo que había que demostrar al mundo que el Reino Unido aún seguía ahí. Si los alemanes hubiesen leído entre líneas el famoso discurso de Churchill, poco después de la derrota de Dunkerque, hubieran podido deducir lo que los ingleses preparaban en caso de invasión.
Churchill estaba convencido de la necesidad de golpear al enemigo allí donde se pudiera. De ello surgiría la idea de crear dicha unidad capaz de llevar la guerra de guerrillas a los territorios ocupados por los alemanes con la colaboración de los distintos movimientos de resistencia que ya se estaban gestando. El objetivo era entretener y distraer de sus principales objetivos al mayor número posible de tropas alemanas. Se trataba de «incendiar» la retaguardia alemana. Los medios eran pocos, pero la voluntad firme. Había nacido el Special Operations Executive (SOE).
Un especie de Ministerio de la guerra poco caballerosa, al que pertenecían los auténticos «Inglorious basterds» que cambiaron el curso de la guerra y que muchos en el presente llegaron a conocer por medio de la película de Quentin Tarantino.
Aunque nunca ha quedado demasiado claro si la paternidad del mismo correspondió al propio Churchill o a Hugh Dalton, su irascible y poco diplomático ministro de Economía de Guerra. Sea como fuere, el SOE realizó una amplísima serie de operaciones clandestinas a lo largo de todo el mundo, incluidos atentados y los asesinatos selectivos de colaboracionistas, siendo esta última una de las acciones habituales promovidas. Lo no tan habitual era planear la muerte de destacados dirigentes del Reich. Hoy sabemos que se pensó en eliminar a Joseph Goebbels e incluso al propio Hitler, aunque estas operaciones se programaron con detalle, nunca se llegaron a realizar.
En cambio, la Operación Antropoide recibió luz verde. Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina Central de Seguridad del Reich (que englobaba a la Gestapo, la SD y la mayoría de los servicios policiales alemanes), fue nombrado Protector Adjunto de Bohemia y Moravia, el territorio más rico de Checoslovaquia. Hombre de implacable dureza, tras descabezar a la resistencia checa y eliminar a quienes pudieran representar un obstáculo, convirtió la región en un oasis en el que su industria producía sin parar para el Tercer Reich.
Dos equipos del SOE formados por checos son enviados a Praga, y con la ayuda de la resistencia, elaboraron un plan para acabar con Heydrich aprovechando su costumbre de ir sin escolta. El atentado tuvo lugar aunque no murió en el acto, lo hizo días después, víctima de una septicemia. No solo los integrantes del comando perdieron la vida. La venganza alemana adquirió un carácter brutal, con miles de detenidos y la destrucción de la pequeña localidad de Lídice, en la que murieron la mayor parte de sus habitantes.
Todo esto y mucho más es narrado en el cómic realizado por Amazing Améziane titulado Mata Nazis (Flow Press). Desde su característico estilo al que nos tiene acostumbrado, como en otras obras realizadas: Miss Davis o Muhhammed Ali (ambas en Flow Press también); lleva al lector a través de su trazo grueso y marcado en blanco y negro, aderezado con magníficos matices en colores, hacia este momento de la Historia de la Segunda Guerra Mundial, trepidante, convulso y cargado de espionaje, visto desde la lejanía que nos da el tiempo, muestra esa puerta de atrás de la guerra en la que se busca la supervivencia, pero sobre todo, la búsqueda de la victoria.
Un cómic de tintes históricos en el que el autor narra de forma vibrante y a modo de flashbacks, cómo ese pequeño gran ejército clandestino se formó. Améziane muestra a personajes fascinantes como la espía Christine Granville, e incluso a personajes conocidos que formaron en sus filas como Ian Fleming, futuro autor de James Bond o Christopher Lee, futuro… Drácula.
Aunque el balance del SOE, disuelto al fin de la guerra, sigue siendo controvertido. El ejército llegó a estar compuesto por casi 13.000 hombres y mujeres repartidos por casi todo el mundo. Muchos de sus agentes pagaron sus acciones con la vida, y aunque contribuyeron a restablecer la confianza de los pueblos ocupados, no parece que el pretendido «incendio de Europa» en la retaguardia se llegase a producir. Sí que ayudó a otras operaciones, pero las fricciones políticas y diplomáticas que provocó la organización fueron tantas que, en mayo de 1944, Churchill se planteó seriamente su desmembramiento antes del fin de la guerra.
MATA NAZIS. La historia real del ejército secreto de Churchill //
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