Día 4 en Afganistán: un “paseo” por Kabul. La capital afgana es un vaso que se puede ver medio lleno o medio vacío. Entre los militares españoles desplegados los hay “optimistas” -son los mayoritarios y ponen el énfasis en los avances alcanzados en materia de derechos de la mujer y educación, por ejemplo- o los encontramos “no tan optimistas” (lo de pesimistas es algo cuasi prohibido en la misión ISAF-OTAN), los cuales hacen hincapié en el futuro incierto en caso de que el poder civil colapse. Ambos son realistas, subrayémoslo.
Quizás haya un lugar que resuma como nadie la metáfora de ese Kabul: la colina Rabbani, anterior Qalai Musa, y que ahora debe su nombre a Burhanuddin Rabbani, líder muyahidín y expresidente afgano asesinado en septiembre de 2011 cuando presidía el Consejo de Paz. Allí observamos la piscina de los trampolines desde los cuales los talibanes arrojaban, desde lo más alto, a homosexuales y disidentes. La piscina no conoció tirabuzón alguno. Proyecto soviético, nunca vio el agua clorada…,pero sí que condensó la sangre de unas ejecuciones sumarísimas en nombre del mulá Omar y su interpretación inhumana del islam.
En la misma colina, niños merodean. Juegan, venden tortas de pan, huevos… piden dólares, por supuesto. Son el futuro, pienso en mi interior. Sin embargo, desegañémonos, su pobreza es de solemnidad y su futuro tan incierto como el de su país, ajado por la corrupción y sus señores de la guerra.
Pero el monte Rabbani no fue el fin de nuestra jornada en Kabul -en la cual pudimos departir con los 23 militares que cumplen misión en el Cuartel General de ISAF (un reportaje en papel en ABC da cuenta de ello hoy) o charlar con dos agregados de Defensa de la Embajada española en Kabul-.
Como última parada contemplaremos el otrora Palacio Real, donde moró el rey Mohamed Zahir Shah, un reinado de estabilidad (1933-1973) del que los afganos mantenían un buen recuerdo, tan difuminado ahora como amartillada su fachada tras tres décadas y media de guerra ininterrumpida. Tan nublado como el proceso electoral a la Presidencia que se avecina dentro de un año. Lo alcanzamos, a pesar del tráfico. Nos hacemos alguna foto. Frente a él, como otra verdadera metáfora: la construcción del nuevo Parlamento de Afganistán.
Tras acompañar a los militares en su día a día por el centro de Kabul, uno no sabe qué pensar… y las preguntas se suceden:
1. ¿Valdrán para algo las 3.281 muertes de los militares de la OTAN (un centenar de ellas de España) y las incontables vidas afganas en 12 años de esta última guerra?
2. ¿Sirve para algo el dinero invertido en este sumidero que parece ser Afganistán?
3. ¿Por qué sus potencias vecinas Irán y Pakistán o la más lejana India permanecen en el doble juego sin querer un Afganistán estable?
4. ¿Volverán los talibanes?
5. ¿Qué hubiera pasado si EE.UU. “caza” a Bin Laden en Tora Bora? ¿Seguiría la comunidad internacional aquí?
6. ¿Qué pasará en 2015?
7…
Miro al trampolín antes de ir a dormir; el fotógrafo Jaime también. Y aunque sabemos que nunca sucederá, imaginamos lo imposible: un tirabuzón sobre el cielo de Afganistán. Ayer llovió en Kabul, quizás fue un día para nuestro lado más optimista.
Internacional