(foto de ABC)
Me llama mi madre muy temprano por el suceso de Niza, porque el fin de semana pasado estuve allí con mi marido, alojados en el hotel Meridian del Paseo de los Ingleses, justo en el lugar del atentado ¡Menuda casualidad!
Le cuento que toda la ciudad de Niza estaba repleta de militares en grupos, recorriendo las calles armados hasta los dientes. Y si así había sido la noche del partido de semifinales de fútbol en el que Francia festejaba su victoria, así debió de ser también ayer. Pero no sirve de nada: qué fácil es matar cuando no se teme morir.
Mi madre se lamenta de que los tiempos que ella ha vivido no volverán nunca. Que los avances tecnológicos se nos han ido de las manos. Que no sabe si esta sociedad de desigualdades crecientes puede digerir todos estos cambios vertiginosos sin perecer en el intento. Y puede que tenga razón.
Un recuerdo para las víctimas.
El lugar de los hechos el fin de semana pasado
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