Ayer se celebró la comida de navidad de la PWN (Red de Mujeres Profesionales), una plataforma internacional para el networking y el desarrollo de mujeres lÃderes en la vida profesional, que cuenta en su nodo de Madrid con unas doscientas cincuenta asociadas. A través de Capgemini (una de las empresas patrocinadoras junto con Orange, Oracle, Ford, Cisco, BBVA, Garrigues, IE y otras tantas) recibo la invitación, que acepto encantada.
Tras superar el previsible atasco de viernes navideño, llego por fin al elegante club financiero donde tiene lugar la comida y encuentro a unas sesenta mujeres y un único y valeroso hombre. Intercambio con varias de ellas tarjetas de visita y primeras impresiones. Creo que nunca en mi vida he estado rodeada de tantas mujeres directivas, y me sorprende la juventud de algunas de las asistentes, que emanan el empuje y la ilusión de los treinta años y una brillante carrera profesional.
Disfruto la comida y la compañÃa, pero tengo sentimientos encontrados respecto a este evento. Más allá de la cuestión estética de encontrarme felizmente rodeada de mujeres influyentes  me pregunto ¿contribuye en la práctica este tipo de asociaciones a que la mujer alcance mayores cuotas en posiciones de liderazgo y dirección empresarial?
No estoy segura de si las mujeres realmente nos apoyamos en la vida profesional. Rozando lo polÃticamente incorrecto, dirÃa que otros colectivos sà lo hacen: a bote pronto se me ocurre la comunidad judÃa, los hombres homosexuales, los integrantes del Opus Dei… Quizá no es comparable, porque las mujeres no somos un colectivo minoritario: constituimos la mitad de la población mundial. Pero creo que en general podrÃamos (deberÃamos) ayudarnos más.
Por eso, bienvenidas las plataformas como la PWN, que con sus programas de mentoring, de concienciación y formación, luchan con ilusión y voluntarias para apoyar el triunfo profesional de otras mujeres y asà transformar la sociedad y la empresa, aunque sea muy poco a poco.
Si queréis saber más: www.pwnglobal.net/madrid
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