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Copas y fútbol

Copas y fútbol
Maria C. Orellana el

 

Ceno en un restaurante de moda con tres amigas para felicitarnos la navidad y celebrar el reciente ascenso de una de ellas. Brindamos emocionadas porque por fin es manager. Mi amiga cuenta que pese a su compromiso y buenos resultados durante años, el reconocimiento no habría llegado si no es por el vehemente apoyo de su último jefe.  

Nos preocupamos también por el futuro profesional de otra de las presentes, a la que acaban de anunciar que su contrato finalizará en un par de meses. Cree que podría deberse a una situación insólita que sufrió hace unas semanas: uno de los directivos de la empresa le pidió tres entradas para el partido Madrid-Barcelona, a cambio de dar un buen feedback sobre su gestión. Le sugirió que justificara el gasto alegando una visita fantasma de un cliente, extrañamente en sábado, para cerrar un trato. Después de una semana angustiada pensando cómo salir airosa del aprieto (pues el importe total del favor rondaba los dos mil euros) decidió negarse a lo que le pareció inmoral.

Nos sorprende la historia ¿tan importante es un partido, que hace a un hombre de una posición importante asumir un riesgo así? Los instintos masculinos funcionan a veces de forma incomprensible para nosotras.

La tercera de mis amigas cuenta que su jefe le espetó que era imposible que progresara en su carrera profesional, pues no se unía habitualmente a tomar copas con los compañeros y los clientes fuera de la jornada de trabajo, lo que la catalogaba dentro del grupo de las “monjas”.

Prefiero pensar que estos casos son una minoría, pero a lo largo de mi vida profesional yo también me he encontrado muchas veces con incentivos comerciales y regalos a clientes basados en fútbol, coches deportivos o copas hasta el amanecer.

Hace tiempo una estadística indicaba que las mujeres directivas tienen un volumen de gastos profesionales un 30% inferior al de sus homólogos masculinos. Quizá porque no creemos conveniente incurrir en elevadísimos gastos para cerrar un trato; seguramente estamos equivocadas, ya que los decisores son generalmente hombres y por lo que se ve, ellos son más sensibles a estos detalles.

Conclusión: me he comprado una petaca y el fin de semana me voy a ver al Getafe, para ir perfeccionando poco a poco mi manera de hacer negocios 😉

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Maria C. Orellana el

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