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Blogs El rincón del gato por Roberto Macedonio

El Paular, la joya de Rascafría

El monasterio es uno de los más valiosos de España

El Paular, la joya de Rascafría
Monasterio de Santa María del Paular en Rascafría
Roberto Macedonio el

Estos días de tan altas temperaturas son muchas las personas que huyen de Madrid pero, la realidad es que, no hace falta salir de la Comunidad para encontrar un oasis en medio del sofocante calor del verano. El valle del Lozoya, en la sierra de Guadarrama, es un remanso de paz, naturaleza y frescor a pocos kilómetros de la capital. Los escasos vecinos de Rascafría, uno de los municipios ubicado en este paraje, suelen decir que, normalmente, allí hay unos 5 grados menos que en la calurosa Madrid. El curso del río, la vegetación que lo rodea y la altitud a la que se encuentra hacen de este rincón un destino idílico para esta época del año.

Rascafría es el último pueblo antes de llegar a Peñalara, que con su 2.428 metros de altitud es el pico más alto de la Comunidad de Madrid. Esta montaña es el telón de fondo perfecto para un entorno natural en el que se desarrollan una multitud de ecosistemas. A orillas del río Lozoya conviven aves, muchas de ellas amenazadas como el buitre negro, con infinidad de invertebrados, árboles y todo tipo de vegetación. Entre los pinos silvestres, los enebros y los piornos, se levanta a lo lejos un campanario gótico. Solo el repicar de sus campanas y la oración de los monjes benedictinos que lo habitan rompen el silencio del valle del Lozoya.

El Monasterio Santa Maria de El Paular, Bien de Interés Cultural, está considerado uno de los más bellos y de los mejor valorados de España por su arquitectura, su entorno inigualable y su valor histórico. Para encontrar el origen de este templo debemos remontarnos al siglo XIV, periodo en el que el monarca Juan I de Castilla decide que su reino merecía tener la primera cartuja de Castilla, aunque en el territorio de la península ibérica ya había otras cinco por aquel entonces, perteneciente a otras cortes. Ya el padre de Juan I, Enrique II, se preocupó de trasladar a su hijo la importancia de construir este lugar. Las tropas de Enrique II quemaron un monasterio cartujo durante las guerras en Francia, por lo que se decidió que fueran monjes de esta misma congregación los que habitaran El Paular.

Isabel la Católica

A lo largo de su historia el Monasterio ha ido sufriendo algunas modificaciones, y por ello, en la actualidad, cuenta con la impronta de diferentes corrientes y estilos artísticos. Su iglesia se construyó en tiempos de Isabel la Católica. En el interior, hay piezas de gran valor, como la sillería del coro, de madera de nogal, tallada en el siglo XIV, o la impresionante reja, una obra única del siglo XV. Es en ese siglo cuando se da forma también al retablo, encargado por Juan II de Castilla. Es uno de los más bellos de la Comunidad de Madrid, en él aparecen representadas hasta 17 escenas bíblicas en alabastro policromado.

En la actualidad, el Monasterio se encuentra en un perfecto estado de conservación a pesar de las muchas vicisitudes que ha atravesado a lo largo de su historia. La Desamortización de 1835 o, más recientemente, la Guerra Civil, hicieron mella en este complejo único. Afortunadamente, la vida en su interior y sus valiosas obras se han recuperado, aunque no en su totalidad. Quedan pruebas en el claustro, cuyas valiosas pinturas de Vicente Carducho, fueron sustraídas durante la Desamortización para trasladarlas a otros lugares. Sorprendentemente se recuperaron todas ellas y se devolvieron a su emplazamiento original. Hoy en día faltan dos de las originales que se quemaron en la contienda de 1936.

Actualmente son los benedictinos los monjes que hacen vida contemplativa en este Monasterio. Esta orden llega en 1954, siendo el estado de conservación lamentable según ellos mismos recuerdan. Los propios monjes se encargaron de mejorar esta situación hasta hacer de este lugar uno de los emblemas de la Comunidad de Madrid. Ellos dedican su día a día a la oración, la música y el canto; también a otras actividades que les han permitido mantenerse a lo largo de su historia: la quesería, la licorera, la huerta y la granja. Cuentan incluso con una hospedería, el lugar ideal para el que busque la paz.

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