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Blogs El rincón del gato por Roberto Macedonio

Alfonso XIII y la construcción del Hotel Ritz

El monarca estuvo detrás del primer hotel de lujo de España

Alfonso XIII y la construcción del Hotel Ritz
Fachada del hotel Ritz de Madrid.
Roberto Macedonio el

Tres años después de comenzar las obras de rehabilitación, el emblemático hotel Ritz de Madrid ha reabierto sus puertas con todo el glamour y el esplendor que tuvo durante el siglo XX. En la actualidad, y bajo la gestión del grupo hotelero Mandarín Oriental, este edificio clásico situado en la plaza de la Lealtad, cuenta con toda la tecnología propia de esta era conservando la esencia y la solera de tiempos pasados.

La reapertura del Ritz supone la modernización del que fuera el primer hotel de lujo de España, que vuelve a ver la luz en un momento complicado. En el contexto actual de la pandemia tendrá que atraer a los pocos turistas de lujo que vuelven a visitar España. No obstante, a lo largo de su historia el hotel ha sorteado toda clase de dificultades, saliendo siempre airoso de ellas, y esta no será menos, máxime cuando Mandarín Oriental ha invertido más de 100 millones de euros en la espectacular reforma.

El hotel se construyó en 1910 por petición expresa del rey Alfonso XIII. El monarca, que había viajado muchísimo por Europa, se dio cuenta de que en España no había un hotel de lujo a la altura de las grandes capitales europeas. Por aquel entonces, el Savoy de Londres o el Palazzo Montemartini ya llevaban años funcionando en Londres y Roma respectivamente, pero aquí no teníamos nada parecido. Por eso, la idea de dotar a Madrid de un gran hotel rondaba en la cabeza del soberano desde hacía años y, su boda con Victoria Eugenia de Battenberg, le hizo darse cuenta de ello. Necesitaba un lugar en el que alojar a la realeza europea que acudió al enlace y, para entonces, el Ritz todavía no se había construido. Consciente de esta problemática, encargó personalmente al famoso hostelero César Ritz, que en aquel momento había revolucionado París con su hotel homólogo, la construcción de uno en Madrid con las mismas características.

Alfonso XIII junto con la familia real en el hotel Ritz, año 1917.

El 2 de octubre de 1910 el Ritz abrió sus puertas en la capital española, acudiendo a la inauguración el propio rey junto con su esposa, la reina Victoria Eugenia, que tampoco quiso perderse aquel acontecimiento que modernizó la infraestructura turística española para siempre. En aquel momento no había un hotel más lujoso ni más grande que este, eran 180 habitaciones y 80 cuartos de baño. Fue tal la novedad que algunos políticos, como Francisco Largo Caballero, que para aquel entonces era concejal en el ayuntamiento de Madrid, se opusieron a la construcción porque el edificio superaba la altura permitida en esa zona, pero nada iba a frenar a este hotel que pronto se convirtió en un referente del turismo exclusivo en la capital.

Las personas más famosas del mundo han habitado este hotel, desde actores de Hollywood a familias reales. Por él han pasado Ava Gardner, Frank Sinatra o Ernest Hemingway. Rainiero III de Mónaco y Gracia de Mónaco (Grace Kelly) pasaron su luna de miel en el Ritz. La lista de personalidades es interminable: Luis Buñuel, Salvador Dalí, Pablo Picasso, el Dali Lama, Michael Jackson, David Bowie, los Rolling Stone… Más de un siglo después de su inauguración, sigue siendo el máximo referente del turismo exclusivo.

Las paredes de este lugar guardan numerosos secretos. Se dice que durante mucho tiempo los empleados usaban las siglas NTR (no tipo Ritz) para referirse a los clientes que no daban la talla para hospedarse en el hotel a pesar de poder pagarlo. Cuando el jefe decía NTR, los recepcionistas le decían al interesado que no había habitaciones libres, invitándole a poder hospedarse en el hotel Palace. Felipe Serrano, en su libro “Hotel Ritz, un siglo de historia de Madrid”, cuenta que el magnate del automóvil Henry Ford iba a sortear uno de sus coches entre los empleados del hotel cuando se hospedó allí. Fue el propio Serrano quien, trabajando allí cuando era joven, le tiró sin querer un consomé encima. Esto hizo que finalmente ningún empleado se llevara el coche, porque Ford se pensó mejor lo del sorteo. No hay duda de que las anécdotas y secretos de este lugar son infinitas y, lo mejor de todo es que, después de esta reforma, el Ritz vuelve a estar más vivo que nunca.

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