Madrid brilla más que nunca desde hoy. Las calles y plazas de la capital se han llenado de luces de colores que nos recuerdan la época del año en la que estamos. Abetos led, guirnaldas o bombillas alrededor de los árboles para engalanar la ciudad de cara a la que posiblemente sea la fiesta más importante de nuestra cultura en la que se conmemora el nacimiento del niño Jesús.
Para muchos, la iluminación llega demasiado pronto. En la mayoría de las casas se aprovecha el puente de la Constitución para poner los adornos navideños, el árbol y el Belén. Pero el brillo de las calles se ha adelantado un año más a esa fecha y eso que Madrid no es de las primeras ciudades en encender sus luces. Este año el municipio que se ha adelantado ha sido Castellón, seguido de Vigo. La ciudad de Abel Caballero presume de estar más iluminada que Nueva York.
Estados Unidos
Los anglosajones son los que mayor empeño ponen en la decoración navideña, pues a los adornos de las calles se suma el esfuerzo de muchos vecinos por engalanar las fachadas de sus casas, algo que se convierte en todo un espectáculo en países como Estados Unidos. Volviendo a Madrid, la inversión de este año no está nada mal. Los vecinos de la capital podrán ver más de 6 mil cadenetas, 115 cerezos y 13 grandes abetos luminosos.
El alcalde de la capital es el encargado de hacer brillar la ciudad en un acto que tiene lugar en la Plaza de España al más puro estilo neoyorquino, con un enorme abeto natural gigante imitando al de Rockefeller Center, quizás el rincón con más espíritu navideño del mundo. El encanto que generan las luces navideñas en los vecinos ha llegado hasta tal punto que cada año se complica más poder reservar un tour en el Naviluz, el autobús que recorre los principales emplazamientos de la capital en los que se puede disfrutar de las luces navideñas que, estas fiestas, se han colocado en 230 puntos diferentes.
Toda esta locura por el brillo de la Navidad es un invento relativamente moderno que, además, cada año se va perfeccionando con diferentes técnicas. Originalmente, se utilizaban velas para adornar las casas. Unas velas que se encendían en recuerdo del niño Jesús. La tradición del portal de Belén, traída de Nápoles por Carlos III, sí que tiene un gran valor histórico; pero lo del árbol y las luces llegó mucho después.
Campanas, guirnaldas, muérdagos, velas, calcetines, piñas, copos de nieve… Son todo símbolos navideños que responden, en la mayoría de los casos, a la iconografía del invierno y de esta época del año. Muchas veces, las propias luces de navidad hacen referencia a estos patrones. Las primeras que hubo en la capital se instalaron en el siglo XIX y nada tenían que ver con lo que vemos hoy. Aquella primera iluminación navideña, eso sí, por modesta que fuera, causó sensación entre los madrileños. Y es que estas luces, aún a día de hoy, siguen provocando una gran fascinación en todo el mundo.
Los Reyes Magos
La Navidad, claro está, es una época familiar, de bondad, luz y esperanza. Eso simbolizan las luces: el brillo de esta fiesta. Pero originalmente la luz tenía una función esencial: guiar a SSMM los Reyes Magos de Oriente. Hace siglos que los vecinos de la capital colocaban velas por la ciudad para que estas señalaran el camino a Melchor, Gaspar y Baltasar, una hermosa tradición que, sin embargo, se ha perdido. Aún así, los Reyes con su magia son capaces de llegar a cada casa.
Las velas navideñas que se ponían en la víspera de Reyes daban lugar a todo un espectáculo visual de lo más acogedor en la ciudad, similar a lo que en la actualidad se hace en pueblos como Pedraza, Segovia. Pero en 1862 llegó algo que eclipsó por completo a las velas: la primera iluminación navideña eléctrica. No era nada del otro mundo si lo vemos con los ojos de hoy, pero en su momento fue un hecho de lo más revolucionario. De toda la ciudad solo se iluminó la Plaza de Callao, un lugar que hoy en día sigue siendo de lo más iluminado junto a la Gran Vía.
Cuatro grandes faroles dieron forma a las que se convirtieron en las primeras luces de Navidad de España, en Madrid. No había más que eso, pero fue suficiente para provocar la emoción de los madrileños en tiempos de Isabel II. Los titulares de la prensa de entonces son una prueba de ello. Los periodistas apuntaron a que en Callao “nunca se pone el sol” o que “se hizo de día”. Entonces, como ahora, aquellas luces alimentaron el espíritu navideño de amor, paz, solidaridad y fraternidad tan importante hoy en día.
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