Lo peor y lo mejor del ser humano está presente de manera constante en nuestra vida. El 25 de agosto pasado coincidieron ambas facetas en unos hechos que tuvieron lugar en Kabul.
En una misión católica de las Hermanas de La Caridad (religiosas de la Madre Teresa de Calcuta) convivían cinco de ellas que tenían acogidos a 14 discapacitados de diferentes edades que habían sido recogidos por las mencionadas misioneras de las calles de Kabul en donde habían sido abandonados. Además había un sacerdote que celebraba la misa diaria en una capilla al interior de la embajada de Italia.
Ante el inminente y grave peligro que corría su vida, estaba todo dispuesto por parte del ejército italiano para que el sacerdote abandonara Afganistán en un avión militar. Pero cuando llegó la hora, el padre Giovanni Scalese dijo que no se marchaba de Kabul sin las misioneras. Cuando el ejército italiano accedió a evacuarlas, ellas condicionaron su salida a que las acompañaran los 14 discapacitados que recibían su amor y sus cuidados.
El 26 de agosto se publicó: “Un sacerdote y 5 Misioneras de la Caridad junto a 14 jóvenes con discapacidad, llegaron ayer a Roma, provenientes de Kabul. Los chicos estaban en un orfanato de la capital afgana”. ¡Qué ejemplos tan distintos! Frente al terror de los talibanes que nutren su odio asesinando a los seres humanos que no comulgan con sus ideas, el comportamiento ejemplar de un sacerdote y unas misioneras que anteponen salvar su propia vida a que compartan sus suerte unos desheredados de todo que habían recogido de las calles de Kabul!
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