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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Ser patriota

José Manuel Otero Lastres el

La primera acepción de la palabra “patriota” en el Diccionario de la RAE es “persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”. Un patriota español es, pues, una persona que ama a España y procura todo su bien. Pero ¿se puede ser buen patriota y no ser un buen español?

Antonio Machado en su Juan de Mairena escribe “yo siempre os aconsejaré que procuréis ser mejores de lo que sois; de ningún modo dejéis de ser españoles. Porque nadie más amante que yo ni más convencido de las virtudes de nuestra raza”. Pero seguidamente añade: “los que os hablan de España como un a razón social que es preciso a toda costa acreditar y defender en el mercado mundial, esos para quienes el reclamo, el jaleo y la ocultación de vicios son deberes patrióticos, podrán merecer, yo lo concedo, el título de buenos patriotas; de ningún modo el de buenos españoles”.

Como puede advertirse para Antonio Machado un exceso de propaganda sobre la España, S.A. en el mercado mundial con ocultación de vicios puede ser de buenos patriotas, pero no de buenos españoles. No voy a decir que no tenga razón, pero, desde luego, no la tiene toda.

Y es que en los países que aceptan su historia, y que no se desgastan en  cuestiones identitarias internas, tal vez se puede propugnar una visión equilibrada entre el amor de los nacionales a su país y la denuncia por parte de éstos de los vicios de su nación.

Pero en España, las cosas son diferentes. Las minorías nacionalistas excluyentes han logrado poco a poco minar el sentimiento español a través de dos caminos: exaltando sus propios signos identitarios y utilizando una dialéctica lingüista de identificación de lo nacional español con lo fascista. Hasta tal punto han subvertido la realidad, que intentan hacernos creer que lo que existe es un nacionalismo español excluyente.

Todo lo cual ha acabado por acobardar a la mayoría silenciosa hasta reprimir sus sentimientos. En esto, la valentía de la mayoría de los ciudadanos se ha dejado comer el terreno por la determinación inquebrantable que suelen mostrar los movimientos identitarios minoritarios.

Por eso, pienso que hoy en España conviene insistir en que somos una gran nación, con muchos siglos de historia a sus espaldas. De ese modo se podrá contrarrestar los constantes esfuerzos de los nacionalistas excluyentes por arrumbar los símbolos de la nación española, con la euforia colectiva de defender con orgullo el ser heredero de todo lo que significa España en la Historia.

 

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