José Manuel Otero Lastres el 10 oct, 2016 Desde la dimisión de Pedro Sánchez, que parece tan lejana, pero ha tenido lugar hace bien poco, España parece haber entrado en un tiempo nuevo y la pregunta que surge es si comienza también a instaurarse una nueva política que afectaría, cuando menos, a los tres primeros partidos en el orden electoral. Todo parece indicar que sí. Veamos. En el PP, Mariano Rajoy, desde la constitución de la Comisión Gestora en el PSOE, está actuando con la grandeza que exige la situación. Así, en lugar de sacar provecho partidista de los delicados momentos por los que está atravesando el PSOE, no solo no exige –como pedían bastantes comentaristas políticos y miembros de su partido- ulteriores condiciones al partido socialista para no ir a las terceras elecciones, sino que acepta públicamente el guante que le lanzó el presidente de la gestora, Javier Fernández, de que tiene que ganarse la gobernabilidad. En efecto, en un momento en el que los halcones del PP pedían “sangre política” y que el líder de este partido se lanzase en picado contra una pieza que parecía agonizante (el PSOE), nuestro Presidente en funciones promete públicamente a los españoles que gobernará con paciencia y humildad. Sus palabras, para mí de verdadero estadista, fueron “sé que la gobernabilidad la tendré que trabajar día a día y lo haré; la trabajaré con humildad, con paciencia, y atendiendo única y exclusivamente a los intereses generales de los españoles”. Por su parte, Javier Fernández, al que podríamos denominar el “pacificador”, porque está tratando de asentar las paces y la reconciliación en su partido, ha salvado –junto con otros miembros sensatos de su partido- a España de la irresponsabilidad del gobierno radical, de aficionados e incompetentes al que trataba de abocarnos el ambicioso Pedro Sánchez. Y por si esto fuera poco, ha emprendido la dura labor quirúrgica de “despodemizar” al PSOE para evitar su fagocitación por Podemos, primero, y de reconstruir su antiguo rostro de partido de gobierno, después. El resultado que ya empieza a vislumbrarse es un nuevo PSOE que se parece más que nunca al que fue durante muchos años partido de gobierno. Por último, Pablo Iglesias “el impaciente”, acostumbrado a la política de salón, da por descompuesto al PSOE y se ve ya como líder de la oposición. El líder de Podemos declaró que “el PSOE va a hacer presidente a Rajoy. Y eso implica una resolución política como un cambio en el sistema de partidos”. Y tras añadir que el PSOE es “un partido desnortado y en descomposición”, él y los dirigentes de su partido ya dan por consumado su deseado asalto al puesto de partido líder de la oposición. Tengo la impresión de que Pablo Iglesias está cayendo en el grave error de vender la piel del oso antes de cazarlo. Y sin que las urnas hayan dicho nada al respecto, al menos a nivel nacional, el líder de Unidos Podemos considera que su partido ya ha sobrepasado el PSOE y es el partido líder de la oposición. Su tesis de momento no pasa del puro nivel mediático y consiste en vocear ante los medios que el partido socialista al abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy ya no es un partido de oposición, sino que le ha cedido voluntariamente y por entero ese espacio político a Unidos Podemos. Tengo para mí que Pablo Iglesias se equivoca en su análisis y yerra doblemente: tanto al considerarse el líder de la oposición como en dar por muerto al PSOE. Y ello porque su formación parece haber iniciado la senda imparable de la pérdida de votos a pesar de unirse a otros partidos, lo cual no es un indicio claro de auparse al puesto de segunda partido más votado. A lo que cabe añadir que el PSOE parece que está en vías de eliminar las malas adherencias “podemitas” que tenía, lo cual solo puede tener efectos beneficiosos. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 10 oct, 2016