Durante la mañana de hoy, subí una reflexión a mi muro de Facebook que voy a reproducir una vez que ha dado su discurso el Rey Felipe VI. Dice así:
“La acepción 2 de la palabra “expectativa”, según el Diccionario de la RAE, es “Posibilidad razonable de que algo suceda”. Pues bien, una buena parte de la prensa está generando la expectativa de que hoy el Rey Felipe VI pronunciará un discurso de navidad cargado de contenido político y en el que supuestamente reprocharía a su padre Juan Carlos I sus desviaciones económicas.
Desconozco lo que va a pasar y solo me atrevo a pronosticar que el discurso de nuestro monarca, además de no salirse ni un ápice de la legalidad, no va a hacer reproche alguno a su padre. Y es que lo que tenía que hacer con su padre ya lo hizo. Los discursos de nochebuena son para otra cosa.
Por eso, discrepo de la noticia que avanza El Independiente cuando señala que …”el séptimo mensaje de Navidad de Felipe VI” es “posiblemente uno de los que más expectación ha generado de su corto reinado”. Y soy escéptico cuando añade que “fuentes conocedoras de su contenido aseguran a El Independiente que va a gustar mucho”.
Me alineo más con la opinión de Mariano Vergara (La Opinión de Malaga, “El rey no está solo”, edición del 20/12/2020) cuando dice que “Las hirientes hienas podemitas y los perros de presa de los comentaristas políticos de las cadenas que, como dice Yascha Mounk, pueden convertir al pueblo en un adversario de la democracia desde un cibercafé, merodean olfateando la sangre, incluyendo periodistas argentinas falsamente expertas en familias reales europeas, personajillos huidos de sus países por la persecución de regímenes en quiebra de los que aquí defienden sus amigos , buscando la carnaza, los huesos que roer de los antepasados de los actuales reyes en los Pudrideros Reales”.
Y es que generar la expectativa de un discurso como el de octubre de 2017 puede ser una trampa más para manipular la decepción posterior de que el Rey no pronunció un discurso como el que se esperaba y procedía, cuando es el propio Rey el que decide qué tipo de discurso va a pronunciar.
Lo que sí creo es que el Rey y sus asesores saben que el presente es complicadísimo. Pienso que saben también que la Corona es el objetivo de Pablo Iglesias y sus aliados y que en la estrategia de acoso y derribo de la monarquía parlamentaria están también los oligarcas vascos y catalanes y hasta la conferencia episcopal catalana que es independentista.
Lo malo para estos “deterioradores” fácticos de nuestra actual forma política de gobierno es que el Rey Felipe VI goza cada vez de mayor prestigio y aceptación entre el pueblo español. Lo cual es perfectamente explicable no sólo por su sólida formación y sobresaliente capacidad, sino también porque su estatura política sobresale amplísimamente cuando se le compara con la mediocre clase política actual”.
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