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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

La abstención de CIU en la votación de la ley de abdicación

José Manuel Otero Lastres el

Por mucho que uno intente comprender la racionalidad de ciertas decisiones políticas, hay veces que resulta poco menos que imposible. Esto es lo que  sucede con la anunciada abstención de CIU en la votación de la Ley Orgánica de Abdicación, la cual, como es sabido, contiene dos normas. La primera dispone que el Rey Juan Carlos I abdica la Corona de España y la segunda que la abdicación será efectiva cuando entre en vigor la Ley Orgánica.

“Abstenerse” significa gramaticalmente no participar en algo a lo que se tiene derecho. La decisión de la actual dirección de CIU es, pues, no emitir su voto en el acto de refrendo de la ley orgánica en la que se comunica a las Cortes Generales la renuncia del Rey a seguir ostentando la Jefatura del Estado. No es fácil interpretar el alcance político de esta postura de CIU, pero mi primera impresión es que tiene el mismo simbolismo que el gesto del recluta que decide no comer el rancho para que se fastidie el capitán. O sea, ningún efecto para los demás, salvo el de hacer todavía más antipática la deriva separatista en la que están inmersos un buen puñado de nacionalistas catalanes.

Si del plano simbólico pasamos al de la eficacia de dicho acto, las cosas son todavía menos comprensibles. ¿Cómo hay que interpretar que no voten la ley? ¿Es que no desean pronunciarse sobre que abdique el Rey? ¿Piensan que así se ve mejor que rechazan cualquier cosa que tenga que ver con la monarquía? ¿Es una respuesta al supuesto desdén de la monarquía hacia sus pretensiones sediciosas? ¿O se trata de un sinsentido más en la línea política ofuscada y quimérica que vienen manteniendo en los últimos tiempos?

La respuesta solo la saben ellos. Y tal vez haya más de uno que piense que no merecen ni siquiera que nos preocupemos por lo que hagan. Pero en un sano afán de intentar comprenderlos me resulta difícil admitir racionalmente que estemos ante un gesto político de mayor calado que un milímetro de profundidad. Y no lo digo tanto por el hecho en sí como por su eficacia: así como al capitán le resulta indiferente la abstinencia del recluta, para el conjunto de los demócratas españoles es de todo punto irrelevante que CIU no ejercite el derecho que tiene a votar la Ley Orgánica de Abdicación. El prestigio –incluido el político- se adquiere poco a poco, pero se pierde rápidamente por actos como este de CIU.

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