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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

El nuevo catecismo y el don de la identidad sexual

José Manuel Otero Lastres el

En la sede de la Conferencia Episcopal, fue presentado ayer a los medios de comunicación el nuevo catecismo oficial de la Iglesia Católica, titulado “Testigos del Señor”, en el que, entre otras cosas, se afirma que “la identidad sexual no se elige, es un don que se recibe” y que la diferencia sexual indica que el hombre y la mujer están hechos el uno para el otro, para vivir la comunión de personas y complementariedad sexual.

Estas aseveraciones fueron inmediatamente criticadas por La Confederación de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales Colegas que lamentó que la Conferencia Episcopal Española siga condenando las relaciones homosexuales en su nuevo catecismo y ofreció a los obispos españoles un taller sobre orientación sexual e identidad de género, a fin de explicarles las diferencias entre ambas ideas. “Resulta incongruente que mezclen ambos conceptos y que el texto realice una condena expresa de la transexualidad, lo que sólo muestra ignorancia y desconocimiento”, señala la Confederación.

No es fácil opinar situado exclusivamente en la óptica de la razón sobre una cuestión tan resbaladiza como ésta en la que se pueden herir involuntariamente sentimientos, tanto de un lado como del otro, si no se procede con mucho cuidado. Lo más fácil sería, pues, omitir cualquier pronunciamiento sobre la cuestión. Pero eso supondría privar a los lectores de una opinión que pretende ser objetiva e imparcial. De aquí que no me resista a escribir lo que pienso, rogando a mis lectores que se atengan a lo que digo expresamente y que procuren omitir lo que sean interpretaciones personales de mi pensamiento.

Vaya por delante que, en mi opinión, la indicada Confederación tiene razón cuando dice que la Conferencia Episcopal mezcla los conceptos de identidad de género y orientación sexual. Nadie puede discutir que el ser humano se divide en hombres y mujeres (identidad de género), pero de esta bipartición no se deriva necesariamente que cada uno de estos géneros tenga una única e inevitable orientación sexual diferenciada: hay hombres que aman a hombres y mujeres que quieren a mujeres.

Pero esta realidad no tiene que ser forzosamente aceptada por todos los seres humanos que –y esto es lo fundamental- se aproximan a cuestiones como ésta desde la perspectiva de sus creencias religiosas. Con esto quiero decir que no tienen por qué ser idénticas la visión de las cosas a la que se accede con la razón y la creencia que se asume en función de la doctrina religiosa en la que uno cree firmemente.

La Iglesia Católica, como cualquier otra religión, habla para los suyos y es a los católicos a los que les dice que la identidad sexual es un don que se recibe de Dios. La significación gramatical de la palabra “don” en su segunda acepción es “Bien natural o sobrenatural que tiene el cristiano, respecto a Dios, de quien lo recibe”. El nuevo catecismo lo que hace es incluir expresamente la identidad sexual entre esos bienes que reciben los cristianos, en este caso los católicos, de Dios.

Otra cosa es qué pensarán sobre esto los católicos y sobre todo los que tengan una orientación sexual hacia personas del mismo género. Pero ese es un problema de ellos y de aceptar la doctrina de su iglesia. Lo que tenemos es que acostumbrarnos todos a separar con toda nitidez lo que forma parte de nuestro ideario mundano de lo que, en algunos, tiene el grado de creencia religiosa. Y respetarnos cuando estemos situados en cada uno de estos ámbitos tan diferentes. Si las cosas estuvieran tan claras como pretenden algunos, no habría debate, todos pensarían y creerían en la misma idea. Y no es así.

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