En el mundo de hoy, se repara poco en las lecciones de vida que suelen dar las personas longevas. Sin embargo, si abriéramos un poco los ojos y miráramos hacia lo que nos rodea, podríamos contemplar las constantes muestras de amor, ternura y, en definitiva, de ejemplo de vida, que nos dan algunos de las personas de edad que viven entre nosotros, sin hacer ruido , y casi pidiendo perdón por respirar después de todo lo que han hecho por nosotros.
Han llegado a mi poder dos fotos que exigen poco comentario. La primera sintetiza mejor que el más brillante de los discursos lo que representa una parte importante de la ciudadanía de Cataluña: dos personas, un amor, y dos banderas, la de España y la de Cataluña. Es un ejemplo de armonía política en el hogar y hasta de “amor constitucional”.
La segunda ilustra la historia, que narra ABC.es, de una madre de 98 años que se mudó a una residencia para cuidar a su hijo de 80. La peripecia de Ada y Tom Keating, que así se llaman la madre y su hijo, se cuenta en el blog Unilad y es el relato de madre que tuvo un hijo siendo muy joven y que nunca se separaron hasta que él tuvo que trasladarse a una residencia por motivos de salud. Después de estar separados varios meses, la madre se presentó en la residencia de Tom para seguir viviendo con él y volver a verlo cada mañana.
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