El artículo 68 de la Constitución establece cómo se elige a los Diputados del Congreso: por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto.
El artículo 99 de la Constitución prevé la investidura del Presidente del Gobierno, que tendrá lugar cada vez que se renueve el Congreso y exige que para obtener la confianza de la Cámara en segunda vuelta el candidato ha de tener más votos a favor que en contra.
Hoy, la puesta en juego de ambos preceptos ha convertido a Pedro Sánchez en Presidente del Gobierno español.
Pues bien, aunque el voto es secreto declaro bajo juramento indecisorio que el señor Sánchez no ha contado con mi voto en las últimas elecciones generales y que el partido político por el que voté tampoco ha votado a favor de su investidura.
Declino, pues, la más mínima responsabilidad en su nombramiento, pero, como demócrata convencido, considero que es el presidente legal y legítimo de España.
De lo que resulte para España de su período presidencial serán responsables los españoles que han hecho posible con sus votos que sea Presidente del Gobierno, pero en ningún caso, yo.
Vaya esta declaración en descargo total de mi responsabilidad que es imputable enteramente a la parte del pueblo español que lo ha aupado al frente del Gobierno.