Tras siete años de trabajo (2008-2015), los vitrales de Sainte-Chapelle, en París, lucen como nunca los habíamos visto, relucientes, como nuevos. Se trata de una de las maravillas góticas del mundo medieval, un tesoro que algunos turistas olvidan en su ruta por París, deslumbrados por la cercana Notre Dame. Sin embargo, pocos metros más allá se alza uno de los edificios antiguos más sobresalientes de la ciudad, habitualmente sin colas de espera, aunque cada año recibe la visita de 900.000 personas. La Sainte-Chapelle fue construida entre 1242 y 1248 en el corazón del Palais de la Cité. Sus vidrieras forman un conjunto único de 1.113 escenas figurativas. La restauración se ha concluido al final del año en que se conmemoraba el 800 aniversario del nacimiento del Luis IX (1214-1270), el rey que encargó la capilla para albergar su colección de reliquias religiosas, incluyendo lo que se cree que es la corona de espinas de la Pasión de Cristo y una parte de la Cruz. París tenía entonces 200.000 habitantes. El edificio se dividió en dos capillas, la inferior, mucho menos decorada, y la superior, impresionante, con quince enormes vidrieras (750 metros cuadrados) de quince metros de alto, y un rosetón que se añadió un siglo más tarde. La capilla, en su conjunto, fue restaurada en el siglo XIX y también en los años 70 del siglo XX. Os dejo aquí un vídeo y varias fotos que muestran el nuevo y reluciente aspecto de las vidrieras, con sus vivísimos colores, el rojo rubí, el verde esmeralda, el jade, el azul zafiro. Está abierta durante todo el año. La entrada cuesta 8,5 euros (menos de 18 años, gratis).
Fotos y vídeo: Le Centre des Monuments Nationaux.
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